Los extremos
No, no es de los extremos políticos sobre lo que trata Nuestra Palabra de hoy. Es de los extremos de la situación climática. Testimonios de personas de 50, 60 años cuentan que se criaron bañando en ríos y quebradas, buscando libremente jutes, chacalines, canechos y chimbolas, y en los montes cortando pacayas, juniapas y suctes.
Hoy todo eso desapareció, solo quedan las nostalgias y frustraciones. Los niveles ardientes de calor, así prolongados como los que hemos estado experimentado, no los conocíamos hasta ahora. Los valles hondureños han sido siempre calurosos, de acuerdo. Pero esa prolongada sequedad y altos niveles de calor, no lo habíamos sufrido. Esto se une al abultado nivel de contaminación del aire y del ambiente.
En el Valle de Sula, por ejemplo, al calor se une el humo y a los residuos de las quemas de los cañales, así como a la ausencia de agua potable, sequedad de ríos y quebradas y el colapso del servicio de energía eléctrica. Y como todo está vinculado, la gente se enferma de las vías respiratorias, de dengue y de alteraciones en la presión arterial, y se amontona en los centros hospitalarios, y en ellos no existe capacidad para una atención básica y cubrir las demandas de medicamentos de los pacientes.
Así va de dramática la vida en esta temporada seca. Y mientras se soportan estos calores extremos, los pronósticos advierten de una pronta temporada de tormentas y huracanes que nos colocan a Honduras y Centroamérica en condiciones de alerta por las consecuencias en inundaciones, desbordamiento de ríos y de vientos.
Estos extremos los vivimos en Honduras, pero son extremos climáticos que están afectando al planeta entero. Si sufrimos calores extremos aquí, en estados de Brasil sufren inundaciones extremas. Es decir, la naturaleza está pasando a la humanidad la factura por el daño irresponsable que le hemos ocasionado.
Si extremas son las situaciones climáticas, así de extremas han de ser las decisiones y medidas que estamos llamados a tomar. La humanidad consciente ha de extremar las presiones a los países ricos del norte del mundo y a las grandes empresas a tomar medidas para reducir el calentamiento global y la contaminación. Y nosotros tenemos la urgente tarea de tomar medidas extremas para proteger nuestro entorno ambiental. Acabar con quemas de caña, destrucción de fuentes de agua, reforestar y reducir drásticamente el consumo de productos químicos y uso de plásticos.
Un sistema con un modelo basado en el crecimiento económico a costa del despojo y el extractivismo está conduciendo a la destrucción de la humanidad. Parar el crecimiento y tomar nuevos caminos para revertir la destrucción ecológica, es la acción ética y política de más trascendencia en nuestra tiempo. O lo hacemos, o los extremos nos acabaran achicharrando como humanidad. Como dijo Berta, ya no hay tiempo.
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