Sentado, así como lo conocí unos meses atrás lo encontré nuevamente. Lo saludé, ¡hola Don Elvin!, aunque solo tiene 37 años. Confieso que verlo con Maribel, su hermosa esposa, sus hijos: una niña y dos varones, me llenó de alegría, mucha alegría. Las adversidades no han tumbado esta familia, allí están juntos, con unas miradas y sonrisas de complicidad, de ternura.

Junto a dos compañeros de Radio Progreso trabajamos las historias detrás de la crisis post electoral, sabía que sería duro porque es acompañar a las víctimas y sobrevivientes en esa tragedia que acabó con vidas, otras las dejó lesionadas y a decenas detrás de las rejas.

Los presos políticos de Pimienta, el crimen de Don Telmo en Sabá, Colón, la lesión en el ojo de José Luís y la parálisis de Don Elvin fueron algunos de los casos que abordamos en esa edición de “Los rostros detrás de la crisis”.

A Don Elvin nos ayudó a contactarlo la abogada Brenda Mejía, ella que junto a su hija Alejandra acompañaron tantas veces esos llamados desesperados de represión y angustia de la gente que se movilizaba en el norte hace un año, en esa crisis que generó la ambición desmedida de JOH.

Para Brenda, Alejandra y otros abogados que acompañaron la crisis en derechos humanos que se presentó entre los meses de noviembre 2017 y enero 2018, Don Elvin jamás será un caso, él y todos los que se acompañaron son hermanos, son familia.

El día del encuentro para conocer su caso llegamos hasta Choloma, confieso que algo nerviosos, la advertencia de “tengan cuidado es zona peligrosa”, causa temores, aunque las colonias donde vivimos sean incluso, más inseguras. Luego de perdernos un buen rato logramos llegar a la casa de Don Elvin. Tengo que confesar que vive en una humilde pero hermosa casa en una popular colonia de la denominada capital de las maquilas. Allí sentado en el patio de su casa fue la primera vez que nos encontramos.

Hizo muchos esfuerzos por recordar todo lo vivido el día que una bala disparada por un fusil militar, provocó que su motocicleta impactara con un árbol. Ese día, cuando Elvin ni siquiera participaba, casi muere.  Él cree que fue Dios quien lo protegió.

El accidente dejó secuelas, Elvin quedó paralizado, obligado a vivir desde ese momento en una silla de rueda. Recordar algunas cosas es imposible, su memoria tiene vacíos.

El testimonio de Don Elvin es muy fuerte, como también son fuerte los lazos de amor que esa familia tiene. Ese día jamás olvidaré, que la entrevista se interrumpió cuando sus dos hijos llegaron de la escuela. Una niña de unos 5 o seis años, el niño de siete, el saludo para su padre fue un abrazo interminable y sus ojos brillaban, era mirada de amor y complicidad. Ver a esa familia unida en medio de tanto dolor sin duda fue un regalo de la vida, que ninguna nota periodística o foto podría explicar.

Esa misma emoción sentí cuando nuevamente me encontré a esa familia. Maribel, una mujer muy guapa, con un vestido rojo que hacia lucir su hermosa figura y su piel clara. Los hijos de Elvin, dos pequeños y un adolescente, muy guapos, y su padre sonriente de estar allí, junto a ellos. Verlos me recordó la fuerza transformadora del amor.

Imprudentemente no podía quitar la mirada sobre ellos, seguramente porque también me hicieron recordar la familia que tengo, pero que ahora estamos en distintos espacios. Su unidad hizo que mi cuerpo recordara abrazos que los necesito en mi vida, pero que ahora ya no están.

De forma inesperada el hijo adolescente se acerca a su padre, le tiende la mano y Elvin se pone de pie, con la ayuda de su crio estuvo parada por varios minutos. Maribel me comenta que comenzó a levantarse y dar algunos pasos, luego de año de tanto dolor y frustración por estar en esa silla algunos pasos se están dando.

Encontrarme a Elvin y su familia se dio en el marco de un encuentro que el ERIC-sj propició con defensores y defensoras, y sin duda Elvin y su familia son defensores de la esperanza, de creer que las cosas pueden cambiar, ellos no se rinden están allí, en medio de días duros, de carencias, de frustraciones siguen de pie, se sostienen con los abrazos que solo el amor de una familia puede dar.

Verlos allí juntos, me recordó lo terapeutas que son los abrazos de aquellos seres que nos alientan, que nos permiten respirar, reponer energías y seguir, porque el vencernos no está permito.


Iolany Pérez,Periodista hondureña, contadora de historias que pretenden dignificar la vida de la gente. Actualmente coordina el equipo de Comunicaciones de Radio Progreso-ERIC.