Nuestra palabra
Sábado, 28 Julio 2018

En la unidad está la fuerza

Honduras sigue sumergida en una crisis que no es coyuntural sino estructural y con grandes rasgos de seguir el camino hacia la agudización sin posibilidades reales de solución. Los hilos de esas crisis son manejadas desde los sectores políticos y empresariales que buscan sacar su propia tajada de la situación presentando soluciones desde sus cómodas posiciones. Son expertos en crear las crisis y en ofrecer el remedio.

Las crisis social y política que vive Honduras son provocadas con el fin de garantizar el “estatus quo” de quienes tienen el control de la institucionalidad. Cada crisis busca afianzar ese control. Y frente a esta realidad, el pueblo hondureño demanda soluciones, pero soluciones que no nazcan desde arriba sino desde las entrañas del mismo pueblo que es el que sufre los caprichos de los ricos y poderosos de Honduras.

La realidad que vive Honduras es tan compleja y a la vez tan crítica para la población, y sobre todo la más pobre, que son las mayorías. Y cualquier reclamo que se haga por un mejor país, por más oportunidades, cualquier reclamo por justicia no va recibir respuestas más que represión y criminalización estatal.

Honduras es un país rico pero la desigualdad ha condenado a millones de personas en la pobreza y en la miseria. La riqueza está atrapada en pocas manos, el acaparamiento que hacen algunas familias dejan en la más cruel miseria a las mayorías. Honduras es el país con las mayores desigualdades de América Latina.

De acuerdo a los resultados de los distintos sondeos de opinión pública que ha realizado el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, Eric, vivimos en una sociedad marcada por la desconfianza. Y en esta sociedad marcada por la desconfianza, entre los sectores que más confía la ciudadanía están las iglesias, luego los medios y otros. Y entre los que menos confía se destaca, de acuerdo a los sondeos, los partidos políticos, el Congreso Nacional y la casa de gobierno. La gente no confía que las auténticas soluciones a la crisis social y política las puedan dar los tomadores de decisión.

La gente está despertando, hay signos que así lo indican, la gente está abriendo sus ojos a la realidad. El reto es buscar la unidad en los puntos comunes de lucha porque como bien lo dijo el mártir salvadoreño, padre jesuita Rutilio Grande: “Nos tenemos que salvar en racimo, en mazorca, en matata, o sea, ¡en comunidad!”

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