Pese a la regularidad en la celebración de elecciones, la región centroamericana atraviesa cuestionamientos a sus procesos electorales y una incierta transformación de sus partidos políticos, lo que se traduce en un debilitamiento democrático.
Redacción CAP
Los países de Centroamérica comparten algunas tendencias en materia político-electoral. La inconformidad con los procesos electorales y una reconfiguración de los partidos políticos que se alternaron en el poder durante décadas, son dos de las principales.
Para el politólogo costarricense, Eduardo Núñez, la región atraviesa un periodo de transformación en materia política, con algunos rasgos preocupantes para la calidad de las democracias. Pese a la regularidad en la celebración de las elecciones desde el fin de las dictaduras, hay una “reaparición del discurso del fraude electoral”, detalló Núñez en la tercera sesión del Ciclo de Actualización para Periodistas (CAP) sobre Democracia y Autoritarismo en Centroamérica.
Ese discurso que se da pese a que existen mecanismos de observación nacionales e internacionales, se está utilizando en algunas ocasiones de “forma preventiva”, como “una estrategia política para cuestionar la consistencia y la integridad electoral o la claridad del triunfo”, explicó el especialista.
Esta narrativa, además, convive con una tendencia a la “judicialización” de los procesos electorales. Es decir, a la intervención del sistema de justicia y al uso indebido de la persecución penal para modificar las normas electorales o alterar la competencia electoral vetando en ocasiones candidaturas, advirtió.
Reconfiguración de los partidos y la alternancia en el poder
Núñez destacó una creciente diversidad en relación a los partidos que ganan las elecciones en el istmo centroamericano. “Se autodefinen como post-ideológicos y se niegan a catalogarse por el viejo eje izquierda/derecha”, indicó.
También sostuvo que en los últimos cinco años, en Centroamérica se viene dando una tendencia clara a la alternancia en el poder, con la excepción de Nicaragua (catalogada en varios índices de calidad de la democracia como un régimen autoritario) y El Salvador (al que se le considera un régimen híbrido). En ambos casos los presidentes fueron reelectos con “objeciones o dudas sobre la consistencia de estos procesos electorales”, señaló.
Por otra parte, la alternancia en el poder y cierta sanción a los oficialismos se hicieron presentes en países como Costa Rica, Guatemala y Honduras, manifestó.
Para el politólogo costarricense hay una “clara tendencia a la reconfiguración de los sistemas partidarios: un aumento del número de partidos -que provoca mayor nivel de fragmentación-; el surgimiento de partidos electoralmente competitivos, un reajuste de los pesos electorales de los partidos históricos y la modificación de posiciones en el espectro ideológico”.
El rol de los partidos como intermediarios también está siendo cuestionado, sobre todo por el uso de las nuevas tecnologías y las redes sociales, dijo Núñez. Este fenómeno coincide con el creciente personalismo de los liderazgos políticos, anotó.
Desafíos para la integridad electoral
Entre los principales desafíos para la integridad electoral en Centroamérica se encuentra el regreso del debate sobre la confianza en las elecciones. Según detalló Núñez las democracias de la región se ven lesionadas por un uso creciente de “narrativas de fraude” las cuales han coincidido con alteraciones en las normas electorales y pérdida o amenazas a la autonomía de los organismos electorales.
En este clima de desconfianza también ha crecido la judicialización indebida de los procesos electorales que se ha venido utilizando para alterar las reglas, afectar el registro de los partidos y candidatos, así como para para objetar los resultados.
El especialista destacó que si bien el recurrir a la justicia para resolver conflictos es una facultad de la democracias, la cooptación de las instituciones de justicia en función de intereses particulares es un riesgo para la integridad electoral.
Otro de los desafíos abordados fue el del financiamiento a los partidos políticos. “Este es un tema de particular relevancia dada la creciente influencia de redes ilícitas tanto de estructuras complejas de crimen organizado como de estructuras complejas de corrupción en las campañas electorales”, comentó.
Por último, se refirió a los fenómenos de la desinformación y la confrontación o polarización inducida en los espacios digitales lo que a su criterio representa un riesgo creciente en la región.
Eduardo Núñez resaltó, al finalizar su presentación, la necesidad de promover y construir en Centroamérica “sociedades más críticas” para enfrentar estos retos.