Nuestra palabra
Viernes, 23 Noviembre 2018

La academia y su deuda histórica

La academia se ha encerrado entre muros, a la academia nos hace falta avanzar en asomarnos honesta y realmente, a la realidad galopante e hiriente que viven la multiplicidad de necesidad de nuestro pueblo.

Hace unos días, el Movimiento Amplio Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, coordinó una serie de actividades denominadas Democracia de la Calle. Hubo líderes políticos, de la otrora Alianza de Oposición Contra la Dictadura, por separado, así como van las fuerzas de la oposición en la actualidad.

Con la presencia de los líderes políticos, la plaza las Cuatro Culturas, se llenó. Con los presos políticos, hubo una decena de estudiantes. Es aquí donde nos obliga la reflexión a preguntar qué pasa con las resistencias de nuestro pueblo, de nuestras juventudes y de la academia.

Entre algunos de los planteamientos de la juventud presente estaba que la academia se ha alejado lenta y paulatinamente de la realidad de nuestro pueblo y se ha reducido al tema de vinculación, a través de proyectos asistencialistas. La vinculación debe estar en sintonía con la realidad, las necesidades, los intereses, las problemáticas y la multicausalidad de la fenomenología de la realidad hondureña.

También la academia debe apostar por construir los pilares de la investigación de esas realidades complejas y complejizadas que se mezclan y entrecruzan en Honduras. Esa investigación que genera conocimiento, debe remacharse con la acción que apunten a crear pistas para solventar las crisis que vive el país.

Los líderes y lideresas comunitarias deben estar presentes en los aportes de la academia, en lugar de contribuir a levantar únicamente los perfiles de figurismos políticos que lo que hace es crear forambreras entre esos sectores de la sociedad.

La academia en la educación superior y los organismos no gubernamentales, que tienen su apuesta por generar casi exclusivamente para el motor productivo de las empresas privadas y públicas en Honduras, deben fortalecer los procesos generadores de soluciones a las problemáticas que destruyen el Estado de Derecho.

Estudiar, analizar y reflexionar sobre nuestra realidad y su problemática debe ser tarea impostergable para enrumbar en la búsqueda de los caminos que ayuden a encontrar soluciones que recuperen la dignidad del pueblo hondureño. La academia está llamada urgentemente a saldar esa deuda histórica.

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