Nuestra palabra
Miércoles, 28 Noviembre 2018

Renuncia

Un titular del Ejecutivo que durante todo su mandato ha tenido a su hermano metido hasta el tuétano en actividades de narcotráfico hasta ser calificado por la Corte de Estados Unidos como el narcotraficante más importante de Centroamérica en la última década, o es un presidente ingenuo y negligente, o es un presidente al menos protector de criminales. Y por lo tanto, su renuncia cae por su propio peso.

Si en esta ocasión no nos juntamos en una sola voz y en una demanda común los diversos sectores de la sociedad que nos duele el país y nos indigna hasta donde lo han hundido los políticos liderados por los cachurecos, no hay para cuando.  Nos atrevemos a plantear que esa demanda común en este tiempo ingrato que vivimos es exigir la renuncia, la salida, lo más pronto posible, del actual titular del poder Ejecutivo del Estado hondureño.

Es cierto que las cosas son complejas, porque además hemos de demandar la derogación de la ley de Secretos de Estado, la aprobación de la Ley de Colaboración Eficaz, y exigir que la UFECIC y la MACCIH agilicen requerimientos fiscales en contra de los grandes responsables de la corrupción y saqueos de instituciones públicas vinculados estrechamente al actual titular del Ejecutivo.

A la renuncia hemos de unir un inmediato proceso de transición, para la cual proponemos que tras hacerse efectiva la renuncia de JOH – que es la exigencia mayor y no negociable–, el Congreso Nacional conforme una junta transitoria de gobierno cuya tarea primordial será la de convocar, en un plazo no mayor a los tres meses siguientes de su toma de posesión, a comicios para elegir al nuevo Presidente Constitucional de la República. Además, deberá propiciar la composición de un nuevo Tribunal Supremo Electoral, la depuración del padrón electoral y la conformación de una Comisión internacional de supervisión y verificación de los resultados electorales bajo el auspicio de la ONU.

Este propósito solo se podrá alcanzar con la presión movilizada de los diversos sectores ciudadanos de todo el país. En este momento el régimen ha caído en la mayor de sus debilidades, y la única fortaleza que le queda es la debilidad y fragmentación de los sectores sociales y políticos opositores. La nación demanda dejar a un lado diferencias, desconfianzas, cálculos, sospechas y miedos.

Nuestro país está hundido, y ni los políticos ni los altos empresarios ni la comunidad internacional lo sacarán a flote. Es asunto de la ciudadanía que desde todos los espacios salga a cumplir con la impostergable tarea cívica de exigir la renuncia de Juan Orlando Hernández, como condición para iniciar un nuevo escenario político que nos conduzca a hacer frente a los enormes y postergados conflictos nacionales.

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