Nuestra palabra
Sábado, 16 de marzo de 2019

Sobreviviendo en medio de la violencia

Honduras sigue llenando su cotidianidad con historias tristes, dolorosas y cada vez más desgarradoras producto de la violencia y criminalidad que azota a este pueblo crucificado. La tensión que se vive en las calles también se traslada a los hogares en un país donde ya nadie está seguro. Nuestra gente vive pensando que alguien lo va a asaltar o que en su barrio, colonia o aldea se pueda presentar una balacera que los ponga en peligro. Ese es el diario vivir en Honduras.

En Honduras los corredores de la violencia no han parado a pesar de dedicar grandes cantidades de dinero y extraditar a los supuestos capos de la droga acusados incluso de provocar tanta criminalidad en el país. El gobierno de Juan Orlando Hernández está solicitando más fondos públicos para aumentar el número de militares en las calles.

Muchos no soportan esa tensión y buscando salva guardar su vida y la de su familia, salen del país en busca de oportunidades aplicando la frase aquella que se ha vuelto tan común en estos tiempos: que es mejor morir en el intento de huir de la violencia que morir en una balacera o por oponerse a ser extorsionado en su propia comunidad.

Los pobres, que son las mayorías en este país, son los más afectados, y entre esos pobres son las mujeres y los niños y niñas las víctimas directas de esta sociedad violenta. Muchos de ellos se enfrentan cada día a una lucha titánica en este país de las desigualdades donde la brecha entre los ricos y pobres se agranda cada vez más con un sistema político atrapado en la corrupción y la violencia.

Y ha quedado plasmados en los diferentes resultados de los sondeos de opinión que el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, Eric de la Compañía de Jesús, donde se señala que el fenómeno de violencia ha aumentado su incidencia en Honduras hasta el grado de convertirse en un problema de primer orden a la par de la pobreza, la corrupción, el desempleo.

Los escenarios de violencia es el pan de cada día. En lo que va del año, ya se reportan por ejemplo el asesinato de unas 49 personas en 14 masacres perpetradas en distintos puntos del territorio nacional sin sumar las muertes individuales que se registran en el país.

Este ambiente de violencia se lleva de encuentro también a nuestra juventud, muchos chavos y chavas son asesinados como producto de la agudización de sus oportunidades de vida. Esta situación ha llevado a que la ciudadanía viva en la zozobra, la sospecha y el miedo. Y esto no es vida.

Como país y como ciudadanos y ciudadanas es nuestra responsabilidad y necesitamos romper con la lógica del miedo y la sumisión para abrirnos a una nueva oportunidad. Recuperar lo público y condenar las políticas que criminalizan las acciones ciudadanas que buscan demandar el derecho al empleo y a vivir dignamente en un país que debe ser para todos y todas.

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