Nuestra palabra
Sábado, 29 Septiembre 2018

Violencia feminicida

Si antes se señalaba a un Estado débil en la investigación y aplicación de la justicia en los casos de feminicidios y también se le señalaba por la desprotección hacia las mujeres, las cosas no han cambiado para bien, sino que han ido empeorando y vemos ahora con mucha preocupación el aumento de los asesinatos, las persecuciones, los atropellos y las desapariciones de mujeres en el país.

Los datos del Observatorio de la Violencia cuentan que, hasta junio de 2018, 190 mujeres han sido asesinadas, lo cual representan un crimen cada 16 horas. Y los datos que manejan las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres indican que desde enero a agosto se contabilizan 260 feminicidios.

Las mujeres son víctimas de dos grandes focos de violencia. Una violencia cultural producto de la clase de sociedad que tenemos donde predomina el machismo y la desvalorización de la mujer por el simple hecho de ser mujer, y están también la violencia estatal en la que a la mujer no se le permiten los espacios de participación requeridos. El Estado las reprime con leyes.

En sociedades como la nuestra, los asesinatos de mujeres son el último eslabón de una cadena de continuas violaciones a los derechos humanos de las mujeres: son muertes que no deberían producirse, el ser mujer no debería ser una razón o justificación para ser asesinada. Este tipo de violencia por razones de género ha sido definida como feminicidio.

Y como ocurre con todos los actos reñidos con la ley quedan arrinconados en la gaveta del olvido y la impunidad. Esta es una clara señal para el agresor: pueden hacerlo cuantas veces quieran porque está garantizado que no habrá castigo. Se ha vuelto un círculo vicioso de constante violencia, y nada sucede.

Varias organizaciones feministas y de mujeres están desarrollando un trabajo de incidencia para lograr tener un ambiente de respeto a las mujeres y de abrirles todos los espacios de participación y de toma de decisiones que se tienen en una sociedad. En esta lucha deben caber todas las organizaciones que promueven y defienden los derechos humanos con equidad de género.

Para ello el gran reto que se presenta es el trabajo en articulación con otros actores. Siempre hay puntos en común que podrían ser tomados como acuerdos mínimos para iniciar un verdadero proceso de articulación con varios actores de la sociedad hondureña, y buscar construir un mundo con igualdad de derechos para las mujeres y los hombres.

 

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