Lunes, 11 Junio 2018

Vivir a medias

Cada semana Elvira, joven madre de dos pequeños: Carlos y Emilio, hace un listado de aquellos productos indispensables para el hogar. En las últimas semanas la lista se reduce, no porque la familia esté en dieta voluntaria, sino porque los precios de la canasta básica están por las nubes.

Elvira no necesita de tablas, menos de proyecciones ni cálculos para saber con claridad que la vida cada día es más difícil en Honduras. Su salario mínimo, visiblemente mínimo, no alcanza para suplir todas las necesidades de sus dos hijos y su esposo. La realidad de Elvira claramente la expresa en sus informes el Foro Social para Deuda Externa de Honduras (Fosdeh), que indican que el costo real de la Canasta Básica Alimentaria ronda los 15 mil a 16 mil lempiras, cuando el salario mínimo vigente apenas supera los 8 mil lempiras.

Aunque las autoridades aseguren que Honduras está cambiando y que somos una nación de Vida Mejor, la cotidianidad de la gente dice otra cosa. Personas desempleadas o en empleos precarios y poco remunerados, un sector empresarial sin capacidad de generar ocupación y tan ambicioso que jamás permitirían que la clase obrera cuente con salarios dignos que brinden la oportunidad de suministrar todas sus necesidades, incluida la educación y recreación, como derechos fundamentales de todo ser humano.

Hablar de la vida de la gente desde la capacidad adquisitiva es revelar el actual modelo de desigualdad que sigue manteniendo a unas 200 familias con el 80 por ciento de toda la riqueza de este país. Y en el otro extremo a Elvira y su familia, que trabajan duramente para vivir a medias. Sobrevivir en medio de una institucionalidad que fue secuestrada por los poderosos y pudientes, excluyendo a las mayorías que necesitan leyes, políticas y voluntades que les devuelva la oportunidad de vivir en dignidad.

Lograr que cada semana Elvira y cada una de las familias de este país puedan cubrir todos sus gastos, garantizando sus derechos, es solucionar un problema de raíz: la desigualdad e injusticia en la distribución de la riqueza.

Pero hasta ahora las autoridades no dan muestra de avanzar hacia posibles salidas, por el contrario, la falta un diálogo franco y transparente de la clase política nos ha llevado a navegar en el “mar de la incertidumbre”, por ende, a la especulación, con los perversos efectos de intranquilidad social y económica. Demostrando una vez más, que el gobierno y la sociedad nacional no atienden los problemas reales del país: pobreza, subempleo, desempleo, desigualdad, debilitamiento institucional, baja eficacia gubernamental y deficiencia de la burocracia, frágil clima de negocios, inseguridad jurídica, no transparencia de la gestión pública, corrupción, educación deficiente, desabastecimiento del sistema de salud, entre otras.

La actual crisis no está siendo atendida integralmente, y nos está llevando al vaivén de los intereses políticos-económicos, y posiblemente a la deriva. Nos preguntamos ¿qué estamos haciendo para atajar este problema? Es importante pensar que desde los distintos sectores estamos en la obligación inmediata de retomar los problemas centrales de Honduras.

 

 

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