Miércoles 31, Enero 2024  

Sin tocar el meollo del modelo, conflictividad no se detiene

El meollo del modelo de desarrollo se sustenta en las inversiones y explotación en la amplia y diversa industria extractiva y en el control torcido de la institucionalidad de justicia. Por su parte, el meollo de la fuerza y credibilidad de varias decenas de comunidades y organizaciones de base a lo largo del territorio hondureño, se sustenta en un modelo de bienestar o buen vivir a partir de la armonía entre los derechos humanos y los derechos de la madre naturaleza. Como el agua y el aceite, estos dos modelos se excluyen un al otro.

En la zona del Aguán, esa confrontación entre mineros y el Comité municipal en defensa de los bienes comunes junto a las comunidades de Guapinol y del Sector San Pedro, es sin duda la mayor concreción de estos modelos que se repelen mutuamente.

Además, son muchas comunidades y muchos nombres que representan a miles de rostros de mujeres y hombres que se han levantado en pie de testimonio en contra de acuerdos, contratos y concesiones que el Estado estableció hace al menos doce años con empresas nacionales o transnacionales, sin contar con las comunidades y casi siempre en contra de las comunidades.

 Así las cosas, y lo reiteramos, el conflicto fundamental, de fondo y de mayor consecuencia para nuestro país se sitúa aquí, en un modelo de desarrollo basado en la industria extractiva y privatizaciones de bienes públicos que confronta con comunidades y organizaciones sociales que rechazan este modelo y defienden sus bienes y territorios, por otra parte.

En un conflicto así, el peligro más grande es que los sectores que tienen el poder y la mayor capacidad de decisión, desprecien a las comunidades y organizaciones territoriales y las califiquen de intransigentes, revoltosas y enemigas del desarrollo, las discriminen y usen diversos medios para desacreditar sus luchas.

Un conflicto de un tamaño tan grande no se resuelve con arreglos superficiales. Es necesario que se avance con prontitud a fortalecer un auténtico orden constitucional y que se abra un debate amplio y profundo para abordar el asunto del modelo de desarrollo que necesitamos en Honduras, puesto que es el factor decisivo de la actual conflictividad hondureña.