En Honduras el extractivismo se ha venido profundizando, especialmente cuando se puso en marcha 25 años atrás el modelo neoliberal basado en la alianza entre los capitales multinacionales con las élites locales que identificaron en los ríos, los bosques, los minerales, el aire y los territorios una cantera certera para la producción de capitales.

Según las organizaciones ambientalistas y las comunidades que se oponen a la presencia de la industria extractiva, la minería en Honduras ha provocado la destrucción del ambiente, el desplazamiento de familias, criminalización, hostigamiento y persecución contra líderes comunitarios.

Según la organización británica Global Witness en la última década han sido asesinados 111 defensores y defensoras hondureñas. A pesar de estos datos, el gobierno de Honduras continúa promoviendo la minería como la única alternativa para desarrollar las comunidades.