La comunidad de Cedeño en el sur de Honduras enfrenta los devastadores efectos del incremento del nivel del mar. Una gran parte de sus construcciones, principalmente las humildes viviendas de pescadores y negocios turísticos, han quedado abandonados debido a los severos daños causados por el agua. Este rápido aumento también representa una amenaza para los manglares que actúan como barrera natural protectora de la costa, ya que no tienen suficiente tiempo para adaptarse a estos cambios. 


«Cuando llegué aquí, era una extensa playa con prósperos negocios, restaurantes y hoteles. Sin embargo, poco a poco el mar ha ido destruyendo todos estos lugares. Ahora lo que queda es desolación: familias obligadas a huir», relata don Sergio, pescador del municipio de Marcovia, al sur de Honduras.

Las comunidades de Cedeño, Punta Ratón y Guapinol, ubicadas en las costas del Golfo de Fonseca, departamento de Choluteca, enfrentan constantes amenazas de fenómenos naturales extremos, especialmente de origen meteorológico como huracanes, sequías, inundaciones y marejadas debido a altas precipitaciones y al aumento del nivel del mar en las zonas costeras.

En los últimos años, la erosión costera ha provocado la pérdida de tierra por la acción de las olas y mareas. El municipio de Marcovia es el más afectado por la incursión del mar, según Claudia Pineda, Directora Ejecutiva de FIAN Internacional.

La subida del nivel del mar ha causado estragos en esta área, destruyendo casas, tiendas, restaurantes y otros lugares que solían recibir a turistas. Las marejadas intensas han derribado la barrera natural de cocos, destruido muros, viviendas, un laboratorio marino, negocios de pequeños emprendedores y mansiones de ricos y poderosos. Los primeros pobladores que llegaron a esta zona afirman que en los últimos años el mar ha avanzado aproximadamente 600 metros tierra adentro.

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Don Sergio cuenta con nostalgia cómo el mar se llevó incluso la escuela y la posta policial. Según estimaciones, el Océano Pacífico devora al menos tres playas de Cedeño cada año, avanzando aproximadamente 120 centímetros.

La realidad desalentadora que enfrentan las comunidades en el Sur es similar al litoral atlántico de Honduras, con la intrusión marina dejando a sus habitantes sin ingresos, especialmente aquellos que dependían de la pesca y el turismo. Las comunidades Triunfo de la Cruz y Miami en el municipio de Tela son un claro ejemplo.

«En las comunidades de Marcovia, los hombres han dedicado años a la pesca artesanal, mientras que las mujeres se ocupaban de recolectar moluscos, cangrejos, almejas y caracoles marinos, actividades que ahora no generan ingresos fijos. Viven en condiciones precarias porque todo su sustento proviene del mar. A pesar de que esta situación empeora desde hace años, las autoridades locales y nacionales no están abordando adecuadamente la precariedad de las comunidades», explica Claudia Pineda.

Según una investigación de FIAN Internacional, los impactos del cambio climático afectan de manera diferenciada a hombres y mujeres debido a sus roles y responsabilidades distintas, así como a las desigualdades en el acceso a la tierra, crédito, información y tecnología. Esto se refleja también en el uso y manejo diferenciado de los recursos naturales y en su participación desigual en los procesos de toma de decisiones.

«Es crucial tomar medidas urgentes y efectivas para apoyar a estas comunidades vulnerables y asegurar que tanto hombres como mujeres tengan acceso equitativo a recursos y oportunidades frente a los desafíos del cambio climático», agrega Pineda.

Glenda Zamora nació en Cedeño, donde durante años su familia se dedicó al turismo. Con mucho esfuerzo, instalaron un restaurante que por más de 10 años atendió a los turistas que llegaban atraídos por los hermosos paisajes del Pacífico hondureño y el sabor singular de los mariscos de esta región del país.

El avance del mar destruyó el negocio, ubicado a solo cinco cuadras de la costa. «Esto hizo que muchos de mi familia se fueran, no solo de la comunidad, sino del país. Sin empleo, era imposible seguir en Honduras. Incluso yo estoy esperando que el mar se lleve mi casa para irme también», comenta Glenda.

Cuando se le pregunta por qué ocurre esta situación, Glenda responde que las pocas organizaciones que les acompañan les han informado que el crecimiento del nivel del mar se debe al derretimiento de los glaciares, lo que provoca el aumento del nivel de los océanos y el avance del mar, afectando comunidades enteras, incluida Cedeño. «Nos dicen que esto es producto del calentamiento global: el mar avanza y nosotros perdemos nuestras casas», explica Glenda, quien ahora intenta sobrevivir atendiendo un pequeño comedor en las afueras de su hogar, después de que su principal negocio se convirtiera en historia debido al aumento del mar.

«Siento una profunda tristeza. Donde ahora ves el mar, antes había una calle pavimentada. Todo está quedando bajo agua», señala Glenda, resignada a que dentro de unos años tendrá que abandonar la comunidad que la vio nacer y que ahora ella ve desaparecer. 

Los pescadores han sido testigos de la desaparición de especies y la reducción de peces lo que ha provocado que cientos de ellos deban huir de la zona en búsqueda de empleo que genere ingresos. Desde el inicio del fenómeno han esperado respuesta de las autoridades, hasta ahora nada ha pasado. 

Ambientalistas hondureños se atreven asegurar que estas comunidades son la zona cero y de mayor impacto del cambio climático en Honduras, tanto así que se proyectan que en los siguientes años toda la comunidad de Cedeño, donde habitaban 7 mil habitantes, desaparezca.

Crédito: AFP Español

El mar viene, ellos se van 

La Alianza Hondureña ante el Cambio Climático (AHCC), un espacio de articulación de diversas redes y organizaciones que buscan mejorar la capacidad del país para enfrentar los impactos del cambio climático, llevó a cabo un estudio exploratorio titulado «Condiciones sociales, económicas, ambientales y climáticas que inciden en el desplazamiento interno y la migración de comunidades costeras en Honduras». En este documento se identifica una relación directa entre el manejo de los recursos naturales, el cambio climático, los desastres naturales y la migración. El deterioro ambiental acelera el cambio climático, lo que incrementa la frecuencia e intensidad de los fenómenos naturales y contribuye a la pérdida de viviendas, infraestructura, cultivos y medios de vida de la población.

Esta situación resulta en una disminución de la capacidad de respuesta de la población para acceder a alimentos y zonas seguras para vivir, lo cual fomenta la migración.

La investigación realizada a finales de 2023 constató que un porcentaje significativamente alto de familias en la región Sur del país ha visto emigrar a sus seres queridos, cerca del 95% de hogares encuestados reportan al menos un miembro fuera del país, en comparación con aproximadamente el 70% en las comunidades de la Zona Norte. Los principales destinos mencionados por las familias son Estados Unidos, seguido de España y México, respectivamente.

La realidad actual de las tres comunidades en el municipio de Marcovia, sobre todo Cedeño, requiere que el Estado de Honduras reconozca al cambio climático y la degradación ambiental como causas significativas de la migración en el país. Esto implica establecer políticas con estrategias y financiamiento para mitigar el éxodo, proporcionando oportunidades a las personas que ven con preocupación cómo sus hogares, medios de vida y comunidades enteras son afectadas por el avance del mar.

Entrevista completa Claudia Pineda, FIAN Internacional.


Iolany Pérez 

Periodista hondureña. Trabaja en Radio Progreso desde hace más de 15 años, realizando programas informativos y de análisis sobre medio ambiente, política y sociedad.