Nuestra palabra

Sábado, 04 Mayo 2019

Acabar con la dictadura es una obligación ciudadana

Honduras es un país que políticamente está avanzando al colapso institucional. Ha quedado demostrado con el control institucional que hay de una persona que llegó para quedarse en el poder y con el poder. El cuestionado presidente Juan Orlado Hernández ha demostrado que es un estratega, que llegó para quedarse en el poder político. No pensó en servir y pasar a la historia como el resto de presidentes del país, él llegó para quedarse a toda costa y contra todos los que se pongan en su camino.

El gobierno de JOH y sus más cercanos seguidores han llegado para tener el control de toda la institucionalidad acabando de un solo tajo por ejemplo con la separación de poderes atentando de esa forma contra la Democracia y el Estado de Derecho y dar paso a una dictadura que es avalada por la comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos, que a sabiendas de lo que en Honduras pasa, financian al gobierno usurpador.

Pero a estas alturas del partido, es un gobierno que quiere dar muestras de estar muy fuerte, pero en realidad está “tirando manotadas de ahogado” y ese es un peligro mayor para esta nación e incluso para sus más cercanos colaboradores porque al sentirse débil busca blindarse de todas las formas posible. Y en ese camino por arañar un mínimo de gobernabilidad está dispuesto a sacrificar a sus más fieles seguidores incluso hasta su propia familia, ya lo ha hecho y no tendrá el mínimo empacho en seguir haciéndolo.

“La información es poder” dice por ahí, y Juan Orlando lo entiende a la perfección. Controla todo lo que pasa en el país a través de su súper poder llamado Consejo Nacional de Defensa y Seguridad dónde él es el que toma las decisiones, es el que manda, es el patrón, el resto obedece sin decir nada y el que se atraviese en su camino estará marcando su final en la política o terminará acabando en una celda de un penal de máxima seguridad y en el peor de los casos acabará muerto. Así es como Juan Orlando Hernández ejerce el poder en Honduras, un poder usurpado a base de la fuerza de las armas, el chantaje y la amenaza.

La ciudadanía está descontenta, se cuenta con una ciudadanía que está un poco más informada, es visible que hay un rechazo generalizado a la actuación del cuestionado gobierno, pero también es cierto que es una ciudadanía no organizada, que se moviliza coyunturalmente pero que no tiene capacidad para mantener una lucha constante.

Honduras y sus ciudadanos y ciudadanas necesitan una protesta pública permanente, se necesita de una ciudadanía en movimiento que busque acabar con la dictadura y no únicamente derogar unos decretos que fueron hechos para eso, para derogarse como una estrategia del gobierno para dar una aparente imagen de escuchar lo que la ciudadanía demanda en las calles. Acabar con la dictadura es una obligación ciudadana.

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