Honduras, un país feminicida
Llevamos cuatro meses de este año y ya han producido más de 70 muertes violentas de mujeres en diferentes partes del país, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Por su parte, el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos registró 110 denuncias en contra de las fuerzas de seguridad del Estado en el marco del estado de excepción, por violaciones a derechos humanos contra las mujeres o con efectos sobre ellas.
Estos datos nos indican dos cosas: primero, que, a pesar de la emergencia nacional por los feminicidios, el gobierno no ha adoptado medidas contundentes para abordar este flagelo.
Segundo, que las violencias machistas quedan subsumidas e invisibilizadas dentro del marco de la criminalidad general, pues las mujeres son colocadas en una situación de doble vulnerabilidad.
Por un lado, son víctimas de la criminalidad con estructuras que están dominadas por hombres y jerarquías machistas, y, por otro, son víctimas de las políticas de seguridad caracterizadas por la ausencia de medidas con perspectiva de género para abordar el impacto diferenciado de tales violencias sobre ellas.
Como lo señala la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a la violencia de género se suma la ejercida particularmente por las pandillas y otros actores del crimen organizado y por las fuerzas de seguridad del Estado, especialmente los militares.
Es hora de actuar con contundencia contra las violencias machistas que tiene, como trasfondo, una cultura de discriminación basada en estereotipos que colocan a las mujeres en una supuesta inferioridad frente a los hombres.
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