Concideraciones sobre la realidad nacional

Lo primero que podemos decir es que “grosso modo” y en una primera aproximación la percepción por parte de la población es bastante atinada respecto a la coyuntura postelectoral que resultó al poner nombre y apellidos a los principales problemas del país: desempleo, delincuencia/inseguridad, crisis económica, pobreza, la política y los políticos, corrupción, crisis en educación, salud… Eso lo vive en el “día a día” y es sufrido de forma generalizada.

Otros de los datos que nos proporciona la encuesta es el nivel educativo de la población: hay un porcentaje reducido con formación universitaria. Sin mitificar este dato se puede decir que buena parte de la población tiene dificultad para apropiarse de una conciencia crítica, estructural y globalizada de los problemas y cómo enfrentarlos. Es otra manera de decir que se “ve el árbol, pero no el bosque”, pues tanto el origen de los problemas como la relación “causa-efecto” y la manera de incidir en ellos queda disminuida.

Esto estrechamente vinculado a la supeditación mayoritaria tan fuerte de los hondureños a los medios de comunicación, especialmente a la televisión y la radio que concentran las ¾ partes del consumo informativo, con ni siquiera una cuarta parte para la prensa escrita. Significa que el país vive moldeado por los dueños minoritarios de la prensa mediática, televisiva o radial, los cuales moldean conforme a sus intereses a toda una población sumisa, acrítica, espectadora y excluida de participación e incidencia. Conforman un sector de los “grupos de poder” que co-gobiernan con los partidos políticos, las élites económicas, empresariales y transnacionales.

Se explica esta realidad por el hecho mismo de la escasa o nula información, formación, participación o incidencia en la vida socio-política nacional. El hondureño medio, más bien mayoritario, es alguien que se ha convertido en un espectador y no en un actor social. Deja todo en manos y a los políticos, los cuales han acaparado todo el mundo de la política para imponer sus reglas y hacer todo a espaldas de alguien que les ha dado el poder, pero se desentienden del mismo, la manera de gestionarlo o exigir una rendición de cuentas.

Esto está estrechamente unido al dato que afirma que el mundo de la política no tiene espacio ni lugar en su vida: ni oye, ni escucha, ni platica, ni se forma e informa en su vida personal, familiar, redes de convivencia acerca de la política y es casi nula participación en la organización comunitaria. Al final, el resultado no puede ser más elocuente: han creado una maraña jurídica legal mediante la cual la reelección, el cambio constitucional, el fraude electoral, el control absoluto de los poderes del Estado son legales, dominan el congreso nacional dando como resultado una imposibilidad de luchar contra la corrupción o cualquier tipo de cambio. Somos, pues, dignos admiradores, herederos y seguidores de la “dinastía orteguista” de nuestra vecina Nicaragua que nos sirve de ejemplo y paradigma.

Es muy rico y extenso el Sondeo de Opinión con una gran variedad de temas a debatir, desarrollar, profundizar sobre la coyuntura presente. Se ha querido resaltar una dimensión que puede ser motivo para luchar por una ciudadanía menos sumisa, cómplice y anuente con un sistema político asfixiante, dictatorial y excluyente. Siempre nos fijamos y criticamos a la “clase política” en lo que hace y deshace (y nunca debemos dejar de hacerlo) pero dejamos por fuera lo mucho que podemos y debemos hacer para incidir en el cambio social y político que sí podemos hacer nosotros y necesita Honduras. Necesitamos liberarnos de nuestra pasividad, falta de compromiso ciudadano y apatía participativa.