El desafío por el amor a Honduras sigue en pie de testimonio

El año 2018 terminó con más sombras que luces. Diversos aspectos sociales, políticos y geopolíticos han configurado la dolorosa realidad nacional de la gran mayoría del pueblo Hondureño. La cosecha del año que finalizamos es como un matate lleno de frutas podridas que expulsan fetidez a podredumbre.

Bien dice el refrán popular “cuando el rio suena, piedras trae”. La toma de posesión presidencial en enero pasado fue una bofetada en el rostro de la patria al ser un acto apenas asistido y aplaudido por la elite ultraconservadora de nuestro país en su versión empresarial, política, militar y civil.

El régimen usurpador entró llamando a un amplio dialogo nacional para la reconciliación, la paz y la gobernabilidad. La Alianza electoral surgida en 2017 no logró ser alianza de oposición, y poco a poco se fue diluyendo, y no pocos de los opositores acabaron creyendo, o al menos aceptando el diálogo palaciego. Con el correr de los meses, la estrategia de Washington sepultó la posibilidad de echar marcha atrás a la imposición ilegal de la dictadura, se consolidó el dialogo de las elites, y lo que empezó mal, acabó mal. No hubo diálogo. Hubo una simulación a la que llamaron diálogo, pero en los hechos sirvió como distractor para imponer la estrategia de los Estados Unidos.

Durante el año, JOH acabó de arrasar la institucionalidad para convertirla en instrumento al servicio de una estructura más criminal que estatal. Y para lograr este propósito contó con los medios corporativos de comunicación, y con el respaldo cómplice de sectores elitistas de las iglesias, que enmudecen ya no solo ante la inmoralidad y criminalidad oficial, sino ante la angustia de miles de compatriotas que han salido desesperados de nuestro territorio bajo la autoprotección de las caravanas masivas buscando territorio estadunidense.

El movimiento social y popular mantuvo la denuncia pública, aunque no hizo ni cosquilla a la estrategia de imposición de la dictadura. El año se cierra con un homenaje al gran trabajo de los estudiantes universitarios, las luchas sociales en defensa del agua, el ambiente y el territorio en el sur, occidente, el centro, la costa norte y Tocoa, en el bajo Aguán. La guerra no está perdida, sobran razones para seguir soñando y recibir este 2019 con el hermoso desafío de unir el pedacero de organizaciones sociales, gremiales y partidarias progresistas en una sola fuerza para contrarrestar la dictadura del gran capital que lidera JOH, con la bendición de la embajada de los Estados Unidos.