Nuestra palabra
Jueves, 09 Agosto 2018

El diálogo en manos de políticos

Todos los que se mueven en las altas esferas de la política criolla están hablando del diálogo. Y para consumo de los medios, este diálogo es anunciado por sectores oficiales como si fuese la varita mágica que ha de convertir todos los conflictos y problemas en respuestas y caminos de solución.

¿Qué realmente se mueve bajo este llamado diálogo? ¿Qué buscan los convocantes y los actores que participan en el mismo? ¿Cuáles son los alcances reales de este diálogo nacional?

El facilitador del diálogo es el Señor Igor Garafulic como coordinador residente de la ONU en Honduras, con el apoyo inmediato del señor Embajador de España. Nadie duda de su buena voluntad ni de sus deseos de que en Honduras encontremos salidas racionales a la crisis. No obstante, parecen mostrar un comportamiento tan entusiasta que no se sabe a ciencia cierta si se enteran que están en Honduras o en África o en cualquier país cargado de angustias del mundo.

Lo que queda en el aire es si la ONU en esta convocatoria al diálogo sabrá respetar realmente los criterios de imparcialidad y de facilitación de procesos, o si se va decantando hacia los objetivos políticos del régimen, que su politización rebase la frontera de lo que ha de ser su servicio como instancia multinacional. La parcialidad hacia los intereses del régimen y del Partido Nacional podría conllevar más temprano que tarde a una deslegitimidad como auténtico facilitador de un proceso de diálogo.

Si este llamado diálogo sirviera al menos para que quedaran en evidencia las violaciones a los derechos humanos que han ocurrido en nuestro país; si estas violaciones señalaran la responsabilidad directa de altos funcionarios del Estado, incluyendo por supuesto al señor Juan Orlando Hernández; y si se identificara que uno de los factores que condujeron a esta etapa crítica hondureña fue la reelección ilegal del actual jefe del Ejecutivo, entonces el diálogo habría iniciado por un camino conveniente.

Quisiéramos esperar y confiar en que el diálogo abra puertas para quitar máscaras. Sin embargo, en un país tan convulsionado e inestable como el nuestro, nada se logrará solo en mesas de diálogo. Es completamente necesario que la ciudadanía aporte a la recuperación de la democracia perdida a través de la movilización y presión social, consciente, pacífica y organizada

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