Nuestra palabra

Lunes, 08 de Abril de 2019

Los garífunas y los soles de abril

Abril nos sorprende con hermosas flores que embellecen nuestros cerros y paisajes urbanos, con sus días asoleados nos convocan e impulsan a disfrutar nuestros ríos, montañas y playas. La tradición cristiana también nos invita a reflexionar sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús y con él la resurrección del pueblo sufriente.

El calor de abril también nos recuerda la llegada del pueblo Negro a Honduras. Los negros hondureños cada verano recuerdan su propio viacrucis y con él la rebeldía de un pueblo que resiste a la esclavitud y al destierro. Un viacrucis que comenzó con la salida de África, siguió en su paso por San Vicente y no ha cesado desde su llegada a las costas hondureñas.

Muchos abriles han pasado desde aquel 12 abril de 1797 cuando los negros fueron abandonados en la Isla de Roatán, pero su dolor y sufrimiento sigue abriendo camino. Hoy, 222 años después de su llegada, están amenazados por megaproyectos turísticos, desplazados de las mejores playas, con las comunidades divididas y empobrecidas. Y sus verdugos los presentan como artesanía exótica para los turistas.

Los promotores de su dolor y muerte, movidos por el afán al dinero y el racismo, han eliminado y aprobado leyes, han negociado el territorio sin consulta y en contra de los intereses de los negros.

Entre sus verdugos desfilan las trasnacionales bananeras, los empresarios palmeros, empresarios de la industria de turismo de lujo y los barones de narcotráfico, todos protegidos por una clase política corrupta muy complaciente de la avaricia y caprichos de los ricos y poderosos criminales locales y trasnacionales.

Pero los negros han pasado del lamento y están dando pequeñas señales de resurrección y esperanza. Desde las comunidades garífunas de Vallecito, Santa Fe, San Juan, Triunfo de la Cruz, Barra Viaja hay brotes de resistencia a los megaproyectos turísticos y palmeros. Sus tambores y caracoles están alimentado vida y fortaleciendo la defensa de sus territorios.

Los negros sin si sus tierras y aguas son como peces sin agua, como bien lo dice Miriam Miranda, coordinadora de Organización Fraternal Negra de Honduras, y citamos “Sin nuestras tierras, dejamos de ser un pueblo.

Nuestras tierras e identidades son fundamentales para nuestras vidas, nuestras aguas, nuestros bosques, nuestra cultura, nuestros territorios. Para nosotros, la lucha por nuestros territorios y nuestros bienes comunes y nuestros recursos naturales es de vital importancia para preservar a nosotros mismos como pueblo”.

La resistencia y resurrección del pueblo Negro es un grito firme a los políticos y empresarios corruptos que ni la muerte, ni la violencia, ni la injusticia tienen la última palabra. La lucha organizada y pacífica desde los territorios es el camino que ilumina los soles de abril y el son de los tambores del pueblo Negro le acompañan.

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