Nuestra palabra
Sádado, 03 Noviembre 2018

Migran por una vida digna

José es un hondureño que va en la caravana con la ilusión de buscar un empleo que le garantice un ingreso económico para sostener a su familia. Tienes tres hijos y su esposa que se quedaron en su país “bajando todos los santos del cielo” para que José pueda “coronar” su propósito llegando a Estados Unidos.

Así como la familia de José, muchas familias hondureñas están siguiendo de cerca el avance de la caravana porque allí van sus seres queridos. La gente se va por la falta de empleo. José tiene 33 años, y asegura que con su edad ni en la maquila le dan “chamba”. Honduras sigue viviendo momentos muy tormentosos a causa de la migración forzada y el desplazamiento por razones económicas y de violencia. La caravana no se para, sigue su rumbo hacia la frontera con Estados Unidos.

La ruta del migrante se ha vuelto cada vez más peligrosa por eso José decidió sumarse a la caravana para ir acompañados y darse ánimos unos con otros para no desmayar en el camino. Muchos de los migrantes buscan llegar lo más pronto posible a la frontera con Estados Unidos y poder cruzar al otro lado pese a las amenazas diarias que emite el presidente Donald Trump que no va a permitir que “delincuentes” ingresen a su país, en referencia a los jóvenes, a los niños y niñas, a las mujeres y a las personas mayores que huyen de la pobreza y la violencia.

Los migrantes se van porque en Honduras no hay respeto a los Derechos Humanos, emigran porque Honduras tiene una Democracia que hace más ricos a los ricos y a los pobres más miserables. Emigran porque los gobernantes decidieron entregar los territorios a empresas transnacionales. Emigran porque los administradores del Estado están pasando los bienes públicos a manos privadas. Emigran porque no hay trabajo y los pocos que se crean no son empleos dignos y no se pagan salarios justos. Emigran como un voto de rechazo a la clase política que se pone al servicio del poder económico sin importar los efectos nefastos que provocan en la población en general.

Lastimosamente, el gobierno de Juan Orlando Hernández, lejos de buscar revertir este drama, criminaliza a los que se van, los insulta con sus posiciones de reconocer el derecho a emigrar cuando una persona no se siente bien o complacida con lo que el país les ofrece.

Así como José, todos los migrantes llevan sus ilusiones puestas en Estados Unidos, van disponibles a trabajar duro todos los días con el fin de juntar dinero y mandar a sus familiares aquí en Honduras. Así como José, todos los migrantes buscan una vida digna que nuestros gobernantes no son capaz de garantizar.

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