Nuestra palabra
Viernes, 02 Noviembre 2018

Cultura de la muerte

Cada uno y dos de noviembre se recuerda y se hace memoria de nuestros seres queridos que ya partieron de este mundo. La festividad del “Día de los Muertos” coincide con las celebraciones de la iglesia católica del día de los “Fieles Difuntos” y “Todos los Santos”. Hace una década fue institucionalizada esta celebración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la humanidad por la UNESCO.

Estas razones y elementos de nuestra culturalidad, nos sirven para hacer memoria de nuestros parientes y amistades, avanzando en la construcción colectiva de los signos culturales que nos dan la identidad particular. Es decir, llevar flores, limpiar las tumbas, repintar y reparar el lugar del último descanso corporal, nos permite recuperar esos recuerdos, que en vida, compartimos con esos seres amados.

En las últimas décadas de la historia actual, se han ido instalando los pilares de la construcción de una cultura de la muerte. Y esa construcción de la cultura de la muerte, tiene como impulsor primario, la negación de la vida, la negación de los derechos humanos más elementales de los hondureños y hondureñas. Esa cultura de la muerte ha sido diseñada e impulsada por los grupos de poder y las élites, que a lo largo de nuestra historia como nación, han ido consolidando su poder político, social, económico y militar. Son los responsables que esa cultura de la muerte, hoy por hoy, sea lo que nos hace perder la identidad como pueblo amante de la paz, la palabra, la lealtad y la vida.

La corrupción y la impunidad son factores arraigados en las formas de gobernanza y daña los tejidos culturales de nuestro país. Por la corrupción se desvían recursos que deberían ser destinados al cuidado y a la protección de la ciudadanía. La salud, la educación, el empleo, el acceso a servicios básicos y otros muchos más. Lo mismo pasa con la impunidad cuando no se hace una correcta aplicación e impartición de justicia. Cuando un funcionario se roba dinero del Estado y no se le castiga, ese funcionario lo seguirá haciendo y no le pasará nada, porque está protegido por la cultura de la muerte.

Negar el acceso o generar acciones que contaminan el agua, que es la vida, también contribuye a esa cultura de la muerte. La aprobación de concesiones de proyectos mineros, turísticos e hidroeléctricos, sin previa consulta y al margen de las necesidades e intereses de las comunidades, es matar lentamente a las comunidades indígenas, garífunas y campesinas.

Los femicidios, el desplazamiento y migración forzada, los altos niveles de inseguridad, el alto costo de la canasta básica, los salarios raquíticos y la violación a los derechos humanos en general, son factores que demuestran que quienes gobiernan son amantes de la cultura de la muerte. Hacer recuerdo y memoria de nuestros antepasados es importante, pero que siga la implantación de una cultura de la muerte, que deja luto, injusticias y desigualdades, nos obliga a construir desde la memoria de nuestros muertos, una cultura que apueste por la vida, por la paz y por la dignidad.

Escuchar y descargar Nuestra Palabra
Derechos compartidos, citando la fuente | Contáctenos | Misión | Historia | www.radioprogresohn.net