Miércoles, 13 Junio 2018

Palabra de la Iglesia

En esta ocasión nuestros obispos hondureños dejaron el lenguaje ambiguo y calculador, acabaron con un lenguaje claro, preciso y honesto. Nos han dicho que nadie crea que el país está mejor. Vivimos bajo una inestabilidad atizada por las erráticas e irresponsables decisiones de los actuales políticos y funcionarios. Y lo decimos nosotros, en una situación tan grave como la hondureña, los estallidos están agazapados.

Nuestros obispos han dicho que la reelección ha sido un factor decisivo para la confrontación y la violencia. Y por primera vez lo han dicho con precisión: la reelección tiene “unas visibles muestras de inconstitucionalidad”. Esto ayuda a la sociedad hondureña, y contribuye a que nuestra Iglesia recupere una credibilidad que sin duda es tan necesaria para que vuelva a ser un referente nacional que desde el año 2009 se cayó estrepitosamente.

Nuestros obispos hondureños han advertido a los políticos y funcionarios que no solo tienen una altísima responsabilidad en esta situación inestable y al borde de la explosión, sino que ni siquiera entienden lo que es un diálogo auténtico. Lo asumen como tapadera, como excusa para aparecer que se sientan con otros, para seguir haciendo exactamente lo mismo.

Es sumamente importante oír a nuestros obispos hondureños cuando advierten de los distractores que se inventan los políticos y funcionarios públicos para que no atendamos la verdadera necesidad de buscar respuestas de fondo a los graves problemas de nuestro país. La palabra de nuestros pastores es muy oportuna porque muchísima gente humilde se confunde ante propuestas que aparentemente son muy buenas.

Es el caso de la lectura obligatoria de la Biblia y el tema de la laicidad del Estado. La palabra de los obispos hondureños no puede ser más oportuna en este momento de incertidumbre y de peligro de manipulación extrema de la religión para justificar los desmanes de tanto político corrupto. Si los corruptos incrustados en el Congreso Nacional y en Casa Presidencial lanzan la ferviente campaña porque todo mundo lea la Biblia, es porque algo grueso de corrupción, quieren tapar.

La Biblia no puede seguir siendo manoseada por tanta gente vividora. Es tiempo que Juan Orlando Hernández y su círculo de mafiosos dejen en paz la fe cristiana y a la Iglesia. La fe y la Iglesia están llamadas a ser consciencia crítica de la sociedad y del Estado. Si se mezcla el Estado con la religión, la fe y la Iglesia pierden este servicio tan necesario, especialmente en los tiempos tormentosos que vivimos.

El Estado laico es lo que más necesitamos fortalecer y nunca puede ser visto como enemigo de la religión. Al contrario, el Estado laico es el que garantiza que toda la gente que vive en un mismo territorio exprese en libertad sus creencias y exprese libremente sus pensamientos, mientras  por igual garantiza que todas las personas respeten las creencias y pensamientos de los demás, por muy diversos y distintos que sean. Saludamos con mucha alegría la palabra tan oportuna que nos han dejado los obispos hondureños.

 

 

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