En la región más peligrosa de uno de los países más violentos del mundo, Margarita Murillo fue asesinada por la espalda mientras sembraba la tierra. A un año de este hecho, que no solo enlutó a la familia de Murillo, sino al movimiento social de Honduras, la impunidad se apodera del caso.

Kenia Murillo, la única hija que quedó en Honduras tras su muerte, ya que los 3 restantes emigraron, sigue tocando puertas exigiendo justicia.

En un año el caso se fue tornando cada vez más oscuro. El asesinato de Murillo primero fue llevado en la oficina de delitos contra la vida del Ministerio Público en San Pedro Sula por la fiscal Marlene Banegas. La fiscal fue asesinada dos meses después junto a Olga Patricia Eufragio de la Fiscalía del Medio Ambiente. Ambas conocían el legado de Margarita y Banegas ya comenzaba a dar indicios de quienes fueron los autores del crimen.

El asesino material de Marlene Banegas apareció asfixiado en una prisión provisional de la policía Comando de Operaciones Especiales Cobra en Tegucigalpa, el 7 de julio de 2015.

Kenia, hija de Margarita sigue actuando, a pesar del miedo. Ella asegura no confiar en el sistema de justicia, pero hay algo que su madre siempre les inculcó: nunca rendirse.

“Mi mamá sabía que la iban a matar, ella decía que andaba las tablas en el lomo, incluso ella se cuidaba, pero estuvo seis meses inactiva, se salió del Frente y de toda organización tras sufrir un derrame cerebral para poder descansar. Y allí cuando descansaba, en sus tierras donde esperaba que la semilla de pepino naciera, es que a ella la matan”, dijo.

Toda su vida Margarita concienció a sus hijos e hijas de que debían ser fuertes cuando ella faltara, pero Kenia dice que ha sido un gran golpe en su vida haberla perdido de esa manera.

“No todos los días una se levanta con los ánimos para seguir. Yo ya no pude seguir sembrando en las tierras que cultivábamos con ella, no he querido volver y hasta perdí la inversión que había puesto allí”, cuenta Kenia quien poco sale de la casa por miedo de que la persigan por su insistencia en exigir que el caso de Margarita se resuelva.

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El Estado

Actualmente el caso de Murillo lo llevan en la Unidad de Crímenes de Alto Impacto en la ATIC en Tegucigalpa. Organizaciones como el Comité de Familiares de Desaparecidos de Honduras (Cofadeh), el Foro Social del Valle de Sula y el Foro de Mujeres por la Vida, han acompañado a Kenia para insistir en respuestas.

Carol Reyes, del Foro de Mujeres por la Vida dice que es una preocupación que el Estado solo considere el asesinato por razones de conflicto de tierra desconociendo los riesgos que Murillo tenía como defensora de derechos humanos, líder fundadora del Frente Nacional de Resistencia Popular durante el momento de más fuerte represión estatal contra disidentes y una mujer siempre presente en las luchas del pueblo exigiendo un alto a la violación de derechos humanos. Además informó que desde que Banegas fue asesinada, el caso de Murillo se ha estancado, ninguna diligencia se ha hecho desde ese entonces.

Murillo es asesinada en un contexto de violencia que se ensaña con las mujeres y su caso sigue la ruta de un sistema de justicia que además de no ser confiable también maltrata a las víctimas, especialmente si son mujeres.

Es asesinada en medio de un problema agrario que sigue cobrando la vida de campesinas y campesinos. Alrededor de 130 campesinos asesinados, 7 empresarios y 13 guardias de seguridad. Y en un momento en que organizaciones piden se apruebe la propuesta de una Ley agraria integral con equidad de género sin ser escuchadas.

Margarita es asesinada por varios disparos en un país con más de 1 millón y medio de armas, la mayor parte ilegales, en manos de hombres. Es asesinada en un país donde cada 16 horas una mujer diferente sufre su mismo destino.

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