La precariedad laboral, la violencia doméstica y los femicidios serían los factores principales que impulsan a las hondureñas a exponerse a los peligros de la ruta migratoria; en ese sentido, el desplazamiento hacia los Estados Unidos en los últimos años ha comenzado a tomar rostro de mujer, concluye el estudio “¿Migración voluntaria o expulsión? una aproximación a las causas y dinámicas de la migración laboral en Honduras”, elaborado por la Fundación Friedrich Ebert.
Ana Ortega, investigadora de la Fundación Friedrich Ebert, explica que las hondureñas también han comenzado a migrar como parte de un proyecto económico familiar, que intensifica o vuelve más notorio su rol de cuidadoras y proveedoras.
“Pero la migración para la mujeres tiene impactos diferenciados, por ejemplo toda la violencia sexual, la trata de personas que se genera a lo largo de ruta migratoria, y además hay impactos sociales, culturales, afectivos, emocionales en la familia y en todo el tejido social que no se están analizando”, profundiza Ortega.
El proceso de feminización en que ha entrado el desplazamiento hacia el norte de América además es producto del aumento de la violencia doméstica que sufren las hondureñas, puntualiza Karen Valladares, secretaria general del Foro Nacional para las Migraciones en Honduras (FONAMIH): “otras mujeres lo están haciendo porque en algún momento han sido simpatizantes de las maras y que quiérase o no salen de ese ciclo. Otras lo hacen por reunificación familiar, que esto también no lo podemos obviar, o buscar una mejor condición de vida para sus familias”.
Fanny Erazo, coordinadora de la mesa sindical de la Fundación Friedrich Ebert, analiza que hechos como la privatización de las instituciones públicas, el refuerzo del modelo neoliberal, que conlleva a la precarización laboral, y el aumento de los femicidios están obligado a las hondureñas a tomar el riesgo de la ruta migratoria.
“Son víctimas desde el liderazgo en el desarrollo de sus hogares tanto económico como de la manutención de sus hijos, pero también victimas desde el lado perverso de los femicidios; abonado con un gobierno que victimiza la condición de mujer, creo que estos problemas estructurales recaen en dos poblaciones que somos las mujeres y la niñez de nuestros país, sin ningún panorama de política pública que genere otras condiciones diferentes”, señala Erazo.
Las analistas concluyen que el Estado de Honduras debe coordinar e impulsar la elaboración amplia, incluyente, participativa y con enfoque de género de una agenda sobre migración laboral.
Estadísticas del Centro de Atención al Migrante Retornado (CAMR) apuntan que anualmente entre 80 y 100 mil hondureños deciden cruzar la ruta hacia los Estados Unidos huyendo, ahora en mayor medida, de los grupos del crimen organizado, las maras y pandillas que han rodeado barrios y colonias en las principales ciudades y poblaciones de Honduras.