“Para hoy solo tenemos frijolitos y unas cuantas tortillas para poder desayunar y almorzar… a la hora de la cena seguro no vamos a comer”, indicó con el rostro lleno de tristeza Doña Emilia Paredes, residente en uno de los bordos de San Pedro Sula. Ella vive junto a sus tres hijos menores, en una improvisada vivienda construida de pedazos de lámina y desperdicios de madera, y sin el servicio de agua potable.
Esta es la realidad que enfrentan cientos de miles de personas en la denominada capital industrial de Honduras, como se le conoce a San Pedro Sula, al norte de Honduras, donde la desigualdad social ha crecido desproporcionadamente en los últimos 20 años producto de la mala proyección de los alcaldes y gobiernos centrales. “De un millón 400 mil habitantes que tiene nuestra ciudad, 300 mil viven dignamente, el resto vive indignamente”, indicó el ex regidor sampedrano Wilfredo Flores.
La también llamada ciudad de los zorzales se encuentra al pie de la cordillera el Merendón, y está ubicada en el extremo suroeste del extenso y fértil Valle de Sula, una “región que genera aproximadamente el 58 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y el 60 por ciento de las exportaciones de esta nación centroamericana”, de acuerdo a datos oficiales.
Sin embargo “este crecimiento económico ha sido para unos pocos en detrimento de la mayoría de la población sampedrana. Sin duda alguna estamos pagando una factura muy cara porque los alcaldes y los gobiernos se han preocupado más por beneficiar al sector empresarial e invertir en infraestructura vial dejando a un lado proyectos sociales de desarrollo de las personas”, dijo Flores.
A renglón seguido agregó que: “yo nunca imaginé que desde 1976, que yo vine a esta ciudad, la pobreza y la miseria podría crecer tan desproporcionalmente. Basta con visitar la población que vive en los bordos y otros sectores populosos para darse cuenta de esta cruda realidad”, indicó.
San Pedro Sula, ocupa el segundo lugar de las ciudades más violentas del mundo, según un informe divulgado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal A.C.
El estudio establece que la ciudad hondureña fue desplazada por Caracas, Venezuela, luego de permanecer por cuatro años consecutivos en el primer lugar y de haber reducido a 111.03 la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes.
Miseria en los bordos
Uno de los sectores más afectados son las más de 80 mil personas que viven en 16 bordos de los ríos que atraviesan el corazón de la capital industrial. Cuando uno visita estos sectores lo primero que ve son pequeñas casas construidas de pedazos de madera y lámina, la niñez no tiene espacios para desarrollarse, fogones apagados, entre otros elementos que reflejan la situación en la cual viven la mayoría de sus residentes.
En estos bordos se levantan los cinturones de miseria, de inseguridad y hacinamiento. “Nos sentimos muy abandonados por autoridades municipales y gubernamentales, solo cuando van a pedirnos el voto llegan a nuestras comunidades a hacernos promesas y después se olvidan de nosotros”, indicó.
Las calles de tierra y los ríos dividen los extremos de los bordos. Las familias se ven afectadas por la inexistencia de los servicios básicos. “La electricidad que hay es porque la hemos llevado hasta nuestras viviendas de manera irregular, nosotros las ingeniamos para colocar un tendido eléctrico improvisado, que en muchos casos pone en peligro nuestras vidas”, indicó Mirian Sierra, habitante del bordo Nueva Esperanza.
Otra de las penurias por las que pasan los lugareños es la falta de trabajo. Karla Herrera, comentó que la situación es difícil porque hay desempleo total y la gente se dedica al reciclaje, a vender verduras en pequeñas proporciones o hacer tortillas para vender, pero lo que generan a diario apenas alcanza para medio comer, “no dan para más”. “Si uno va a buscar empleo y dice que vive en los bordos no le dan la chamba”.
Al preguntarle si recibía alguna ayuda de la municipalidad o de Gobierno central, el silencio y la cara de tristeza hizo saber que la respuesta era negativa. Herrera expresó que no le gusta vivir en ese sitio, pero es el único techo que tiene. Con tristeza señaló que sus 7 hijos no estudian porque en las escuelas más cercanas no hay cupos y en la única que puede conseguir matricular a sus hijos está a una hora de su casa.
“Nos sentimos utilizados porque nos usan como tema de campaña. Aquí han llegado candidatos a alcaldes, candidatos a diputados y presidenciables, pero cuando ya están en el poder ni nos voltean a ver”, indicó María Fermina Reyes, del bordo Gavión de Esquipulas.
Una ciudad digna de mayor suerte
“Esta ciudad que merece mejor suerte, la podemos retratar como una tortuga: el caparazón representa la parte central del casco urbano y los anillos de circunvalación, la cabeza es como la montaña del Merendón y los acuíferos. Las cuatro patas son los sectores menos desarrollados; una pata es Chamelecón, la otra pata es Cofradía, la tercera el sector del Carmen y los bordos. La última pata es la Satélite y sus alrededores”, indicó el analista Ramón Barrios.
Además, lamentó que el crecimiento del casco urbano se impulse a costa de los cuatro sectores menos desarrollados y desfavorecidos. “Lamentablemente la visión de desarrollo que han tenido nuestros alcaldes ha sido priorizar una ciudad más para los vehículos, realizando bulevares, anillos de circunvalación y puentes a desnivel para mejorar la vialidad”, manifestó.
Dijo que solo en los cuatro puntos menos desarrollados, hay más de un millón de sampedranos que tienen poco acceso a la educación, también tienen una pobre infraestructura, poco acceso al agua potable, hay gran desempleo y poca asistencia de salud.
“En los años 70 y finales de los 80, los sampedranos nos conocíamos plenamente, pero a partir del año 2000, la ciudad se partió en dos, quedando en la parte más cercana al Merendón las minorías que son los sectores más privilegiados. Estos son los que ponen y quitan alcaldes”, indicó Barrios.
“A finales de la década de 50’s y comienzos de los 70’s San Pedro Sula era el emporio comercial, los descendientes de palestinos fueron los primeros emprendedores en la zona que hoy en día se conoce como la tercera avenida y el Pasaje Valle, el éxito de estos acumulando riquezas fue tal que los llevó a comprar la mayor parte propiedades a las familias de los terratenientes que heredaron este patrimonio de los gobiernos de Carías, Villeda Morales y Paz Barahona”, indicó el también empresario Wilfredo Flores.
Los que mandan en San Pedro Sula
San Pedro Sula entró en una etapa de franco declive a nivel de la escogencia de alcaldes a partir del mandato de Héctor “Tito” Guillén. Situación que sería difícil poder describir quien ha sido el peor gobernante en la ciudad. (Guillén fue alcalde de San Pedro Sula entre 1990 y 1994, cuando era presidente de Honduras Rafael Leonardo Callejas), indicó Ramón Barrios.
“Los descendientes judíos y árabes que tienen el poder económico de la ciudad, son los que han financiado la escogencia de los alcaldes, como podríamos justificar que un alcalde ganando más 10 millones de lempiras en un ciclo de cuatro y pueda invertir 15 millones de lempiras solo en una campaña primaria, es por eso que las 15 familias que ostentan el poder financiero son los que lideran el ejercicio de la corrupción”.
Por su parte Wilfredo Flores aseveró que en la ciudad de los zorzales el financiamiento de una campaña política para un solo candidato a la alcaldía ha llegado a costar 50 millones de lempiras en las elecciones primarias y generales. “Hay aportantes e inversionistas que le apuestan a dos o tres partidos que tengan posibilidades”, indicó.
Hay asuntos urgentes que necesita la ciudad, uno es el problema del agua, esta se alimenta de tres acuíferos: Sunseri, el aledaño al estadio Olímpico y el de Chamelecón. Estos se alimentan del agua que baja del Merendón, y que están peligro. El segundo problema es la periferia marginal que es más del 60%.
“La ciudad se enfrenta a verdaderos retos y dentro de 50 años podría convertirse en una urbanización perdida como Tegucigalpa, sin agua, sin recursos naturales siendo esta una mole de cemento”.
Barrios incitó al ciudadano sampedrano a despertar y saber que esta ciudad pertenece a ese 80% que es la gran mayoría desposeída y a otros ciudadanos de sus alrededores que convergen ya que hay recursos primordiales para la sustentabilidad de la ciudad. Mientras el sampedrano trabaja o estudia, los políticos toman por asalto la ciudad y la reparten entre ellos, para ello el jurista invitó a ejercer el derecho como ciudadanos.
En una profunda reflexión Wilfredo Flores, señaló que a parte de los peajes y el incremento de los demás impuestos, el alcalde Armando Calidonio, impuso a los sampedranos el impuesto del proyecto de Siglo XXI, que los dueños de vehículos lo pagan cada año a la hora de la matrícula, y esto en 15 años reflejaría un negocio redondo de 9 mil millones de lempiras, beneficiando a descendientes judíos, un grupo de palestinos e italianos que se beneficiarán en este negocio.
“El tipo de alcalde que necesita San Pedro Sula es alguien que no venga hacer negocios o robar, sino alguien que tenga un alto sentido de amor al prójimo ya que la inversión en la ciudad necesita ser más humanizada”, concluyó Barrios.
Historia de San Pedro Sula
San Pedro Sula es la segunda ciudad más importante del país, también es la capital administrativa del departamento de Cortés. Fue fundada el 27 de junio de 1536 por Pedro de Alvarado, bajo el nombre de San Pedro de Puerto Caballos.
Su localización inicial fue al sur del valle de Choloma, cerca del pueblo abandonado de indios llamado Conta y Cholula, en el río Balahama, pero posteriormente, en el siglo XVII, fue trasladada cerca del poblado indígena de Azula, junto al río ‘Piedras’, porque fue saqueado por corsarios franceses y holandeses.
En 1825 el jefe de estado Dionisio de Herrera dividió el territorio hondureño en departamentos, ubicando a San Pedro Sula en el de Santa Bárbara. Ello duró hasta 1893, cuando el presidente Domingo Vásquez creó el departamento de Cortés y San Pedro Sula pasó a formar parte de él.