

Cruzada contra la muerte violenta de mujeres
El comienzo del año no ha podido ser peor para las mujeres. Teñido mortalmente de sangre femenina, dejando por establecida la discriminación y desprecio de una sociedad organizada desde la lógica del poder y control patriarcal.
Más duele que esta discriminación se exprese en frases acusadoras como que “en algo andaban metidas”, o “eso les pasa por salir de noche y vestidas para provocar”. Así se han referido morbosamente ante el triple feminicidio ocurrido en Roatán, o sobre crímenes en Santa Rosa de Copán, en la costa norte, en la capital o en el sur del país.
Los crímenes contra las mujeres se ha convertido en una auténtica epidemia. Y por muchas que sean las voces clamando justicia, instancias como la Secretaría de Derechos Humanos, la Fiscalía o el Conadeh, no han pasado de las palabras o de acciones inútiles. La institucionalidad sigue siendo extremadamente perezosa ante los abultados y cotidianos datos sangrientos de las mujeres hondureñas.
La sangre femenina derramada por la violencia ejercida por estructuras mayoritariamente diseñada y conducida por los hombres se eleva como el mayor clamor nacional. La exigencia porque se investiguen con seriedad cada uno de los hechos sangrientos, se identifiquen a los hechores, quienes quieran que sean, judicializarlos y condenarlos, es una condición para romper con el círculo infernal de los crímenes.
Sin investigaciones a fondo que involucren a todas las instancias del Estado responsables, y sin que haya un compromiso efectivo de las instancias que tienen la responsabilidad directa por velar por los derechos humanos, no se romperá con la impunidad y la sociedad entera seremos responsables de la repetición de los feminicidios contra las mujeres.
Pero también se ha de avanzar en la lucha por un reordenamiento humano, social, político, jurídico, espiritual y de género en donde se alcance una equidad institucional y legal entre los hombres y las mujeres. Y en esta lucha hemos de participar activamente todas las organizaciones sociales, ciudadanas, populares y eclesiales, porque a fin de cuentas la tarea nacional es revertir este horroroso derramamiento de sangre y convertir 2024 en el año de la lucha permanente contra el feminicidio y por la dignificación de las mujeres.

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