El libre mercado de los coyotes
El libre mercado es una de esas frases con las que día a día el empresariado hondureño se llena la boca. Pero no nos dejemos engañar, en Honduras el libre mercado es una farsa bajo la cual estos empresarios exprimen y roban al bolsillo de los productores y consumidores de manera legal.
En teoría, el libre mercado consiste en que los precios de los productos o servicios son definidos por la oferta y la demanda. Es decir, que si hay buena cosecha de frijoles, hay bastante producto en el mercado, por tanto el precio baja para el consumidor, porque hay más frijoles de los que se necesitan. Por el contrario, si hay pocos frijoles en el mercado, el precio aumenta para el consumidor final.
¿Por qué hablamos de los precios de los productos? No deja de sorprender que, las dos principales empresas envasadoras de leche compran el litro de leche al productor a un precio de 11 lempiras; y por ese mismo litro de leche, incluso de menor calidad, el consumidor final paga 33 lempiras. Lo mismo pasa con otros productos como la carne, el queso o los frijoles.
El problema de fondo para el productor y consumidor hondureño es la figura del coyote, quien al final de cuentas se queda con la mayor parte de las ganancias. Y por si fuera poco, los mismos coyotes se unen para definir el precio de los productos, tanto el precio que tiene que pagar el consumidor como el precio a pagar al productor. Estos coyotes disfrazados de empresarios son los se oponen a una revisión o congelamiento de los precios de los productos de la canasta básica, argumentando que la oferta y la demanda deben determinar el precio de los productos.
Es decir, los mismos empresarios que hablan de libre mercado, son los que tiene el control de ese mercado. En Honduras dos empresas definen el precio de la bolsa de cemento, dos empresas controlan el precio de la leche y sus derivados, dos empresarios tienen control medios escritos, y dos empresas tienen el control de la telefonía móvil. ¿De qué libre mercado hablamos?
Por esto, es urgente que recuperemos el papel de Estado como el ente que regula la relación entre el productor, el vendedor y el consumidor. Desde las comunidades debemos buscar iniciativas que rompan con las dinámicas de los coyotes, y apuesten por la organización de cooperativas para procesar materias primas. Y como consumidores, prioricemos el consumo de aquellos productos procesados en nuestras comunidades.
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