Marzo martirial
Los mártires son luz entre las tinieblas de nuestro tiempo. Y son luz en nuestras maltrechas vidas y democracias aplastadas. Sus vidas y su sangre martirial nos salvan de las salidas fáciles y rápidas, y alumbran el camino de las luchas verdaderas y de los compromisos que van más allá de intereses, cálculos y poderes establecidos.
Así es marzo. Repleto de memoria de mártires. Marzo nos remite a los aciagos años de la militarización y represión de Centroamérica en todos sus costados con su Doctrina de Seguridad Nacional aplicada a rajatabla por los más serviles del imperio en nuestra Honduras.
Cuatro décadas atrás, muchas personas fueron desaparecidas, capturadas y torturadas, apresadas y asesinadas en nombre de la seguridad nacional, y en ese marco surgieron y se fortalecieron movimientos defensores de derechos humanos así como animadores y líderes de la Iglesia que desde su anda entre los pobres animaban con su fe y su testimonio la lucha por un cambio profundo de sistema desde nuevas relaciones éticas como base de una nueva sociedad.
En este ambiente, en marzo de 1977, asesinaron al Padre y beato Rutilio Grande, el primero de los sacerdotes martirizados, junto con sus acompañantes, Manuel y Nelson, por su compromiso de fe a favor de la justicia en El Salvador. Tres años después, en marzo de 1980, asesinaron a Monseñor Romero, Mártir, Pastor y Profeta de la Iglesia latinoamericana y que hoy el papa Francisco ha elevado a los altares.
En marzo de 1982, cerca de 400 indígenas fueron ametrallados y quemados en el poblado de Cuarto Pueblo, en el norte del Quiché en Guatemala por su derecho a vivir en su tierra. En marzo de 1983, asesinaron en El Salvador a Marianela García Villas, pionera en la lucha por la defensa de los derechos humanos. En ese mismo marzo de 1983, fueron asesinados en el Bálsamo, a pocos kilómetros de El Progreso, Dagoberto Padilla y compañeros, fieles a las luchas campesinas por la tierra.
Así es marzo. Memoria de mártires. Pozo de esperanza. Olvidar a los mártires es negarnos como pueblo. Es quedarnos sin aliento, es claudicar a la esperanza y trascendencia. Hoy, en este marzo caluroso, de narcos y juicios en el siempre sospechoso Norte carnicero, hacemos memoria de los mártires a manos de la doctrina de la Seguridad Nacional, y de los mártires de marzo de este siglo y que quedan simbolizados en la sangre de nuestra amada Berta Cáceres.
La memoria de los mártires nos salva del espanto y del miedo y nos compromete a seguir en pie de testimonio en defensa de los bienes comunes de la naturaleza, la democracia con libertad en vuelo, la vigencia de los derechos de los pobres y en franco rechazo a los falsos brillos de capital y sus engaños consumistas. Sangre de mártires, semilla de libertad!!
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