El mes pasado, conmemorábamos el martirio del profeta de los pobres. En 1978, monseñor Romero manifestaba en una de sus homilías: “Jóvenes, en ustedes la Iglesia se renueva, en ustedes el Espíritu de Dios es como agua fecunda para la humanidad… en todo el ámbito de sus fronteras,…Que ustedes sean ese reverdecer.”

Honduras es un país joven; la base de su pirámide poblacional está formada por jóvenes. El Instituto Nacional de Estadísticas, en sus estudios sobre diferentes sectores poblacionales, revela que el 40 por ciento de la población hondureña es  joven. Son  más de tres millones doscientas mil personas. Siendo así la principal fuerza que mueve la economía del país. El profesor Manuel Flores, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), experto en economía y estudios de población, es un investigador que sostiene que, “para el año 2015 y como mínimo hasta el año 2040, Honduras tendrá la mayor cantidad de gente joven en edad de trabajar de su historia”. Y aunque haya esa gran cantidad de jóvenes, la realidad es otra, chocan contra un muro palpable en la vida diaria. Un informe que realizó  la Organización Internacional del Trabajo, y fue presentado en el año 2010, reveló que “el 68,3 por ciento de todos los desempleados del país son jóvenes. En efecto, de cada 10 desempleados 7 son jóvenes entre los 15 y 29 años de edad”.

“Los jóvenes tienen derecho al trabajo y a una especial protección del mismo”. Así lo establece la Convención Iberoamericana de la Juventud en materia del derecho laboral, en su artículo 26, numeral 1. Por tal razón, el acceso a un empleo digno, es una necesidad muy sentida por la juventud. En los resultados encontrados en el Sondeo de Opinión Pública que realizó el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, un 76.8 por ciento está ocupado en actividades, ya sea dentro o fuera del hogar: “está trabajando actualmente” y “se dedica a los quehaceres del hogar”. Pero a pesar de ese porcentaje de jóvenes ocupados, Honduras cuenta con alrededor de 800,000 jóvenes entre las edades 14 y 30 años, que no estudian ni trabajan, son los denominados NINI.

Por si la búsqueda de un trabajito digno, y no encontrarlo tan fácilmente, fuera poco; la juventud debe sortear diariamente con los altísimos niveles de violencia e inseguridad. A finales de marzo, en la aldea Santa Rosa de Tegucigalpa, se produjo una masacre, cuando varios jóvenes se encontraban jugando fútbol en una canchita que está enfrente de una iglesia Católica, en la mencionada aldea. La violencia ha recrudecido en los últimos años. La juventud es uno de los sectores marcado por éste látigo que nos lleva a un túnel sin retorno.

Según datos de Casa Alianza en Honduras, desde hace más de una década (1998- 2010) han sido asesinados más de 5,200 muchachos menores de 21 años por escuadrones de la muerte, bandas de crimen organizado, disputas entre pandillas o representantes del Estado.

Un informe de la Secretaría de Derechos Humanos publicado el año 2013, revela un panorama que contrasta lo frío de las cifras con la realidad que vive el pueblo hondureño, y por lo tanto, la juventud. “…de acuerdo al registro oficial del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), se cometieron 3,547 homicidios en Honduras entre enero y junio de 2013, lo cual implica una ligera disminución de 1.8% con relación al mismo período del año anterior. A partir de dicha cantidad semestral, se pueden promediar 591 homicidios al mes y 20 diarios.

Pero, además de ser víctimas de la violencia, el mismo Estado se encarga de presentarlos como victimarios y responsables directos del clima de inseguridad. El doctor en derechos humanos Joaquín Mejía miembro del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación manifestaba lo siguiente: “Uno se pregunta por qué la campaña sistemática de los medios de comunicación, la Secretaría de Seguridad, sectores políticos en Honduras que se empeñan en hacer ver a la juventud como responsables de los altos índices de violencia; y es que evidentemente hay una segunda intención, así como en su momento se acusó a los comunistas, luego se acusó a los ambientalistas, luego a los mareros de lo que pasaba en el país. Ahora están buscando un nuevo chivo expiatorio para esconder una realidad, que es que tenemos una policía corrupta, que está involucrada en el crimen organizado y que los diferentes operadores de justicia son inoperantes para investigar y sancionar los delitos”. Esa inoperancia, que se traduce en la deteriorada institucionalidad del país, es el abono para cultivar los grandes males de nuestra sociedad, corrupción e impunidad.

Guadalupe Ruela, director de Casa Alianza en Honduras, es del criterio que: “El crimen organizado a penetrado diferentes esferas del Estado, a través de la corrupción y que gracias a la impunidad tiene sostenibilidad y tiene vigencia en el país”.

Para Ruela “la estrategia del gobierno es incompleta, ineficiente e ineficaz, lejos de recuperar la seguridad, sólo se está tratando desde una perspectiva militarista y encerrando a la población”.
Ruela declaró en los informativos de Radio Progreso que “no es cierto que los responsables del crimen organizado son jóvenes, por el contrario, los niños menores de 18 años son las grandes víctimas de la violencia, más de 9 mil niños y jóvenes menores de 23 años fueron asesinados en los últimos 4 años. Estudios de COIPRODEN (La Red de Instituciones por los Derechos de la Niñez) revelan que el 95 % de los hechos criminales son ejecutados por adultos, sólo un 5% son ejecutados por menores de 18 años. Honduras tiene enormes contradicciones al pretender bajar la edad punible. A nivel internacional tiene una contradicción con los tratados internacionales y convenios y eso le puede pasar factura al Estado hondureño, quedaría como un Estado que va en contra del respeto a los derechos Humanos”.

En este clima de inseguridad pasan dos cosas que son un mal mensaje a la sociedad en general: “Nos insensibilizamos y luego la naturalizamos y entendemos que eso pasa porque tiene que pasar”, sostiene Migdonia Ayestas, directora del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

En cuanto a legislación internacional el Estado hondureño debe “reconocer el derecho de todos los jóvenes a gozar y disfrutar de todos los derechos humanos, y se comprometen a respetar y garantizar a los jóvenes el pleno disfrute y ejercicio de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales, y culturales”, establecido por la Convención Iberoamericana de la Juventud en sus artículo 2 y 3.

«La percepción de Honduras, desde una mirada juvenil»

En el Sondeo de Opinión del 2013, se consultó a la juventud sobre la precepción que tienen del respeto y violación de sus derechos humanos en el país. “En su opinión, ¿Durante este año el respeto a los derechos humanos en el país? Ha mejorado, empeorado o ha seguido igual”. Las respuestas iban distribuidas de la siguiente forma: un 19.9 por ciento, es decir, dos de cada 10 jóvenes, cree que ha mejorado; el 22.3 por ciento dice que ha empeorado, mientras que el  56.8 por ciento cree que el respeto de los derechos humanos ha seguido igual.

Ante la pregunta, “¿Cree usted que durante este año la Violación a los derechos humanos, ha empeorado, mejorado o sigue igual?”, los datos nos revelan lo siguiente: para el 52.7 por ciento la violación a los derechos humanos siguió igual, mientras que para un 36.8 por ciento empeoró. Ambas cifras se alejan del 8.6 por ciento que cree que la violación a los derechos humanos disminuyó. Simplificando números, 1 joven de cada 10, cree que la violación a los derechos humano disminuyó, los 9 restantes son de la opinión que la violación de derechos humanos en Honduras siguió igual y aumentó.

Las mujeres doblemente victimizadas

Dentro de la población juvenil, las mujeres también son doblemente víctimas del sistema de gobernanza y las relaciones en la sociedad. “El manejo de la escena del crimen y falta de investigación en el país. El 70% de las muertes no hay resultados de las investigaciones.  En el 2012 de 606 muertes de mujeres, sólo 3 eran o estaban vinculadas en el crimen organizado, es decir que no era ni el 1%. Así que no se puede criminalizar ni dar por sentado que los femicidios son por ajustes de cuentas entre el crimen organizado”, sostuvo la directora del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Migdonia Ayestas.

Entonces, ¿qué pasa con la función educativa y orientadora para la juventud?, ¿cuál es la apuesta real de la iglesia por las y los  jóvenes?, ¿qué están ofreciendo los medios de comunicación a la menores? En el mismo estudio del ERIC, encontramos que, en relación al consumo de medios masivos y sociales de comunicación, el 55.2 por ciento de la juventud afirma que se informa de las noticias diariamente. Y que por lo tanto están enterados de lo que pasa en el país. Y se reafirma la idea que sigue siendo la televisión el medio de mayor consumo. El 79.3 por ciento de los consultados se entera de las noticias a través de la televisión. El 12.2 por ciento a través de la radio. El 5.2 por ciento a través de la prensa escrita. Y el 3.3 porciento a través del internet. La juventud consultada se informa de manera igual (31.9 por ciento) en las dos grandes cadenas de cobertura nacional y que desprenden su señal desde la capital de la república. Y leen las noticias en diario La Prensa y Diario Tiempo, preferentemente. La programación televisiva que prefiere la juventud, la toman de HCH y canal 5.

Su simpatía por la religión y su pertenencia está, más o menos, distribuida de manera igual. La Iglesia Evangélica está 2.4 por ciento arriba de la Iglesia Católica, que tiene un 33.5 por ciento.  Pero un porcentaje, nada despreciable, de la juventud no tiene ninguna afinidad, ni con la Iglesia evangélica ni con la católica. Ello representa un 29.4 por ciento. Hay un alto grado de desconfianza, desinterés y desapego a las prácticas del mundo religioso, representado en las iglesias mayoritarias en Honduras.

Pero, si la juventud no encuentra fuentes de empleo, es víctima de la inseguridad, es criminalizado como responsable de la violencia, no tiene confianza en la institucionalidad, se mantiene con algo de distancia de los medios de comunicación y la iglesia, ¿qué camino tomar?

Según Casa Alianza, organización dedicada a atender, acompañar e investigar a la niñez, adolescencia y juventud, el 60 por ciento de las personas que emigran se encuentran entre las edades de 20 y 34 años.

El Centro de Atención al Migrante Retornado (CAMR) proyectaba para el cierre de 2013 alrededor de 35 mil deportados aproximadamente, en su mayoría jóvenes.

Sobre el fenómeno de migración y la posibilidad de salir del país, el sondeo de opinión del ERIC, muestra datos interesantes. El 55.1 por ciento de la juventud, no desea salir del país. Contra un 44.8 por ciento que manifiesta su deseo de salir de Honduras. La juventud, muy a pesar de las situaciones complejas que hay en su tierra, desea quedarse.  Pero, sí hacemos los cruces de variables, para saber qué piensan las mujeres y los hombres jóvenes, hay una tendencia a afirmar, que las mujeres desean quedarse en el país, mucho más que lo que desean los hombres. El 62.7 por ciento de las muchachas consultadas dijo no querer migrar, contra un 37.3 por ciento que dijo sentir deseo de emigrar a otro país. En cambio los hombres son del criterio que sí desean irse (un 52.5 por ciento) y 47.2 por ciento que prefieren quedarse en Honduras.

La muchachada que desea migrar, lo hace por la crisis económica que aprieta sus bolsillos. Las muchachas (78 por ciento) y los muchachos (82 por ciento) manifiestan dejar el país por razones de “la mala economía”. Para mejorar los ingresos de la familia y ser sostén para el resto de la familia. En global, el 80.2 por ciento de la juventud hondureña desea migrar por la crisis económica en Honduras.

En ese camino de muchas espinas y tropiezos vamos encontrando a la juventud, ese camino que debe señalar a la sociedad y el Estado las decisiones que nos pongan frente los desafíos que permitan a las y los jóvenes tener un país con las oportunidades que hagan realidad el derecho de una vida más digna.