Nuestra palabra

Miércoles, 22 Mayo 2019

Cuatro actores decisivos

La débil y arrasada institucionalidad de Honduras ha sido debidamente aprovechada a lo largo de diez años de golpe de Estado para que unos cuantos grupos saquen ventajas en su relación con los que de verdad mandan en Honduras.

Para qué nos vamos a engañar. Aquí los actores que de verdad deciden y mandan, son cuatro: uno, la reducida élite oligárquica; dos, las transnacionales; tres, el narcotráfico; y cuatro, el gobierno de los Estados Unidos. Frente a ellos, todos los demás son actores importantes, pero secundarios o menores en relación con la capacidad y poderío de esos cuatro actores decisivos.

A veces se puede creer que los políticos y los militares son actores decisivos. Y no es así, a no ser que algunos cuantos políticos se cuelen entre la élite oligárquica, como ha ocurrido con el propio Juan Orlando Hernández. Pero frente a los narcos, las multinacionales, el gobierno estadounidense y la élite oligárquica, los partidos e incluso los militares, no pasan de ser mandaderos de los actores decisivos y determinantes de la vida del país.

Estos cuatro actores tienen su propia cuota de poder, y en ocasiones aparecen incluso confrontados, unos contra otros, como ocurre con el gobierno de los Estados Unidos en su lucha contra el narcotráfico. Pero los cuatro coinciden al final del camino en los mismos resultados: los cuatro debilitan sin remedio la institucionalidad hondureña, y se aprovechan de la incertidumbre y debilidad para ejercer e imponer sus propias reglas.

Los cuatro actores usan el Estado hondureño para sacar sus ventajas. La reducida élite oligárquica seguirá usando el Estado para asegurar sus infinitas ganancias con su modelo extractivo y depredador de riquezas naturales; las transnacionales seguirán asociadas con la oligarquía y sobornando a funcionarios públicos para aprovecharse de las concesiones y privatizaciones de los bienes y servicios públicos; el narcotráfico seguirá asegurando su control territorial, invadiendo especialmente el mundo de la juventud y el mundo de la política; y el gobierno de los Estados Unidos seguirá aportando a la militarización de la sociedad, creando sus propias instancias en el marco de ver e interpretar todo lo que ocurre en Honduras desde los intereses de su seguridad interna.

Mientras tanto, para el movimiento social y popular, todo queda por hacer, porque como nos recuerda Albert Einstein “es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno. Es en ella que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias”. Todo está por hacerse, porque entre los cuatro actores dominantes en la coyuntura hondureña actual, falta el liderazgo del movimiento social y popular, el único que representa la verdadera transformación y al auténtico futuro hondureño en dignidad y libertad.

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