Nuestra palabra
Jueves, 13 Septiembre 2018

Desmontando conceptos

Parafraseando la canción de Pez Luna “ven y siéntate a tomar café”, mientras desmontamos conceptos que desde 1821 hacen ruido en los discursos de gobernantes que reproducen con alevosía los medios corporativos, y las escuelas y colegios sin caer en cuenta que, en la realidad de la Honduras de abajo, la empobrecida, dichos conceptos quedan en palabrerías.

En el escudo nacional reza la leyenda “República de Honduras, libre, soberana e independiente”; ¿puede un pueblo sentirse libre cuando el derecho a la circulación es truncado por casetas de peajes que responden a un modelo económico neoliberal que engrosa los bolsillos de transnacionales y de unos cuantos empresarios hondureños? ¿será que los hondureños y hondureñas que protestan se sienten libres de denunciar, exigir, y demandar justicia, cuando son reprimidos, torturados y hasta asesinados por órdenes de quienes tienen el poder? ¿puede la gente de a pie sentirse libre de caminar en las calles manchadas de sangre por la violencia? ¿Puede Honduras sentirse libre cuando los corruptos ocupan las sillas del gobierno?

Sólo en papel mojado queda la soberanía cuando las comunidades son criminalizadas por defender su derecho a la tierra, cuando el sentimiento de amor a los ríos y montañas es pisoteado por proyectos extractivos que desplazan, dividen y empobrecen. No podemos hablar de soberanía cuando el soberano es excluido en la toma de decisiones sobre su territorio, su cuerpo y su vida. No hay soberanía en una Honduras que se vanagloria de desarrollo cuando el 65% de su población vive en pobreza.

¿Y qué decir de la famosa independencia, aquella que se despedaza cuando después de 197 años seguimos siendo el patio trasero del país del norte; ¿el paso estratégico del narcotráfico, y el centro de bandas criminales? Una independencia disfrazada de fraude, de táctica política, de intereses, de la bendición extranjera de una ilegal reelección, aun a costa de la muerte de decenas de hondureños en contra de un gobierno inconstitucional.

Sin duda, necesitamos nutrirnos de la esperanza de miles de hondureños y hondureñas que trabajan desde diversas trincheras y comunidades en busca de reconstruir esta sociedad, y al calor de los tambores de este septiembre, unificar las luchas y caminar por las calles de una Honduras que merece de verdad ser libre, soberana e independiente.

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