Nuestra palabra
Jueves, 01 Noviembre 2018

Nuevos operadores del neoliberalismo

Acariciar las cicatrices de las heridas del colonialismo es tarea obligada para entender dónde estamos y qué caminos no debemos volver andar. Eduardo Galeano nos da un pellizco en la memoria sobre el racismo añejo y moderno con los pueblos originarios, y citamos:

“Matar al indio y salvar al hombre, aconsejaba el piadoso coronel norteamericano Henry Pratt. Y muchos años después, el novelista peruano Mario Vargas Llosa explica que no hay más remedio que modernizar a los indios, aunque haya que sacrificar sus culturas, para salvarlos del hambre y la miseria (…) La salvación condena a los indios a trabajar de sol a sol en minas y plantaciones, a cambio de jornales que no alcanzan para comprar una lata de comida para perros. Salvar a los indios también consiste en romper sus refugios comunitarios y arrojarlos a las canteras de mano de obra barata en la violenta intemperie de las ciudades”. Hasta aquí la cita.

Mucha agua ha pasado de aquel despojo y mucha sangre ha manchado la tierra de América, a pesar de ello, el desprecio por nuestros pueblos sigue intacto. El saqueo de sus territorios es uno de los hilos conductores que une el pasado con el presente de los pueblos de la patria grande.

Desde México hasta Argentina los pueblos están siendo perseguidos y asesinado por cuidar y aferrarse a sus territorios. El “neoliberalismo armado”- impulsado por organismos financieros como BM, FMI y BID, de la mano de los élites locales y transnacionales- es la principal amenaza en sus territorios. Para alcanzar sus objetivos han impulsado tratados comerciales y han creado un andamiaje jurídico nacional e internacional que deja las comunidades en extrema vulnerabilidad.

Hoy los barones de la industria extractiva no solo han creado una arquitectura jurídica que facilita el saqueo de los territorios, también han puesto a todo vapor su maquinaria militar, mediática y religiosa para asegurar la conducción de los estados por personajes fascistas como Bolsonaro, Macri o Juan Orlando, todos alineados con la narrativa de la Casa Blanca.

Pero los operadores neoliberales no se quedan en marcos institucionales; su adicción al dinero fácil los impulsa a sembrar terror y muerte en las comunidades. De ése terror es que están huyendo los hondureños que van en las caravas de migrantes hacia los Estados Unidos, ellos están siguiendo la principal ruta del destino de las riquezas saqueadas en sus territorios.

El escenario actual nos obligado buscar nuevos caminos para enfrentar la crisis, y sin duda, cualquier camino de salida pasa por construir un nuevo modelo de institucionalidad y un nuevo modelo de desarrollo donde la gente esté por encima del capital.

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