Hace dos años, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio fue elegido por el cónclave como el nuevo papa luego de la dimisión de Joseph Razinger, el papa Benedicto XVI. Desde entonces el papa Francisco se ha convertido en la figura más popular del mundo, al punto que la revista Time lo calificó como el personaje del año. Pero la pregunta que ronda todo análisis sobre estos dos años de pontificado del primer papa latinoamericano es ¿las expectativas son más altas que las posibilidades de reforma?

Muchos llaman a Bergoglio el papa reformista, otros lo llaman populista. Pero lo que es casi un consenso mundial es que el papa Francisco es una figura auténtica, muy comunicativa, que ha traído nuevos aires a la iglesia católica. El periodista mejicano Bernardo Barranco Villafán, presidente del Centro de Estudio de las Religiones en Méjico, dio una entrevista a Radio Progreso para analizar este periodo de dos años en que el papa Francisco se ha desarrollado.

Barranco dice que Francisco ha traído la primavera a una iglesia que hibernaba desde el Concilio Vaticano II donde se hicieron las reformas más profundas de la historia.

“Es un papa que surge con la actitud de poner al día los grandes temas de la vida de la iglesia y probablemente con serias diferencias de un catolicismo muy endogámico que primó en el periodo de Juan Pablo II, más conservador. Está en un momento histórico, un papa que ha incomodado un sector conservador especialmente en Europa, está recibiendo críticas y rectificaciones de un sector que no lo acepta del todo”, dice Barranco.

El líder que prometió cambiar el sistema operativo de la Iglesia, que considera fundamental descentralizar, dar espacio a las iglesias periféricas, que ha querido renovar la poderosa Curia Romana, el gobierno central, acusada de acumular poder, riqueza y privilegios, no parece disponer de mucho tiempo para realizar los cambios.

«Muchos esperan mirando el reloj a que termine el pontificado», advirtió el veterano vaticanista Marco Politi, autor del libro «Francisco entre los lobos», a medios internacionales.

Lo que sí es un hecho es que Bergoglio es un hombre de 75 años, y muchos aseguran que su salud no le permitirá extender su papado a más de 5 años.

«Este es un pontificado que se fijó un término. Eso implica que las fuerzas que se oponen se miren el reloj y se digan: esperemos unos cuatro o cinco años y todo esto se va a acabar», explicó Politi con quien también concuerda Barranco.

“Francisco es un hombre ya mayor, pero creo que aún tenemos unos 4 o 5 años con una agenda que lleva cambios en estructuras. Tiene desde ya logros como el nombramiento de cardenales nuevos, está comenzando a cambiar el perfil del colegio cardenalicio y ellos son los que elegirán a un nuevo papa. Es un papa que dará mucho que hablar este año, estará en Estados Unidos y será muy importante el discurso que dé en la ONU”, dijo el estudioso del catolicismo.

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Con su filosofía de “oler a oveja”, el papa Francisco ha regresado la iglesia a sus cimientos. Otro acto muy significativo en este periodo de papado fue el encuentro con movimientos populares del mundo en el que la premisa Tierra, Techo y Trabajo no solo denuncia un modelo económico que no coloca como primordial la dignidad de la gente, sino que insta al pueblo a luchar por sus derechos.

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También se esperaba que Francisco agilizara la beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y ahora es una realidad que se concretará en mayo de este año.

“Monseñor Romero no necesitaba de este reconocimiento eclesiástico porque en el fondo América Latina lo reconoce como un pastor mártir, un santo de la fe. El proceso tuvo muchos obstáculos sobre todo en algunos sectores de la Curia que veían con recelo la exaltación  de personajes tan entregados como Monseñor Romero, el papa Francisco evidentemente ha destrabado y le ha otorgado un nivel de legitimidad en la jurídica eclesiástica para reconocer como se merece a Monseñor Óscar Arnulfo romero”, dijo al respecto Barranca.

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Francisco surge de la crisis de la iglesia Católica mundial

Bergoglio surge como papa en medio de una profunda crisis de la iglesia católica a nivel mundial. El número de católicos cae, sobre todo América Latina por el avance de los grupos neo pentecostales, y a esto sumado la crisis internacional mediática de pederastia, los problemas sobre la transparencia en las finanzas o lo que se llamó Vatileaks y sobre todo las fracturas a nivel de la Curia. Benedicto XVI expresó poco antes de dimitir que el enemigo interno acechaba más que el externo.

“En este contexto crítico surge la imagen de Bergoglio quien, hay que decir, fue el segundo más votado en el cónclave anterior. Su elección fue marcada por las reuniones que los cardenales tuvieron antes, analizando la realidad de la iglesia y de allí salió la recomendación de la reforma de la Curia que estaba generando una mala imagen y estaba siendo cuestionada por burocrática. En ese mundo de caos emerge el papa que en sus primeras acciones invita a la iglesia a regresar a la sencillez, el no vivir en los departamentos pontificios, vestir sencillo, el papa pasa a ser de un monarca de la fe a un pastor sencillo”, explica Barranca.

Los retos del papa

Dos frentes figuran entre los más difíciles y complejos: la reforma de la Curia, un proyecto lanzado en 2013, y la respuesta a los desafíos de la familia moderna y su evolución, con el Sínodo que se celebrará en octubre.

Convencer a los jerarcas de la Curia y a las congregaciones de llevar una vida sencilla y sobria tras décadas de oropeles ha generado una guerra interna de «todos contra todos», en particular por el manejo de las finanzas vaticanas, según la revista italiana L’Espresso, que publicó esta semana un número especial.

Las filtraciones recientes a la prensa sobre los supuestos gastos elevados del cardenal George Pell, poderoso secretario para la Economía del Vaticano, demuestran que muchos están dispuestos a volver a los métodos del pasado para atacar a los enemigos, mientras que también han surgido nuevas rivalidades.

A esto se suma que la Curia romana está a la espera de cambios profundos que el papa ha venido anunciando a través del grupo de 8 cardenales que se mantiene en incógnita. Una de las grandes reformas es la reestructuración de la Curia, y algunos quedarán fuera.

Cercanía y no condena moral

Ha sido común ver al papa Francisco tomar el micrófono en su avión y contestar todo tipo de preguntas improvisando y muchas veces hasta bromeando. También hablando directamente por teléfono con feligreses católicos y posicionándose de forma muy franca sobre temas como la homosexualidad y el divorcio. Un papa muy cercano, percibe la gente.

El sacerdote español Javier Baeza expresó en el programa Debate de la 1 en RTVE, que el papa Francisco se mueve entre la normalidad y la oportunidad. Un papa normal, sin mucho aparataje con sus gestos anclados en la oportunidad y da un salto cualitativo, autenticidad evangélica. Él no solamente habla, también pregunta. Es el papa que anima y es optimista, pero que aún debe dar pasos más contundentes para las reformas.

Y se debe avanzar, según este sacerdote en que sus actos de cercanía, por ejemplo con miembros de la comunidad LGTBI no se vean como actos de misericordia con una población desviada, si no como pasos para abrir la participación de la iglesia para ellos y ellas.

En ese sentido, Barranco dice que una de las expectativas más grandes que está cumpliendo es que como papa no absolutiza la agenda moral de la iglesia, cosa que se venía haciendo a través de reproches a la sociedad moderna en el tema al aborto, homosexualidad, etc. “El papa no va a cambiar nada pero no absolutiza la agenda única de la iglesia e introduce aspectos muy importantes como la agenda de los derechos humanos y la justicia social, y vuelve a poner sobre el tapete el tema de los pobres. La periferia social y la periferia existencial”, explica.

Otra expectativa que generó el papa, y que también sacerdotes como Jon Sobrino de El Salvador expresaron en sus análisis del nuevo periodo papal, ha sido la reforma del papel de las mujeres en la iglesia.

Francisco causó mucha esperanza al reflexionar que la mujer mantenía un estatus de servidumbre y no de servicio dentro de la iglesia y que era algo por lo que él sufría, o denunciar la cultura del descarte no solo con las mujeres sino con los jóvenes y ancianos que son denominados grupos vulnerados. Pero las demandas van encaminadas a reformas profundas.

Participación de las bases

El grupo de ocho cardenales, que es llamado C8, también marca las decisiones del papa Francisco. En este tema los analistas están divididos; mientras este hecho se ve como la búsqueda de democracia en el Vaticano también es visto como obstáculo para que los procesos de reforma caminen en poco tiempo. Barranca cree que este grupo le dará a Francisco el respaldo para hacer cambios interesantes, “quizá una estructura eclesiástica menos entronizada, una rotación mucho más global”.

“Es difícil hablar todavía de grandes cambios, este papa tiene una gran popularidad a nivel mundial solo comparable con Juan Pablo II pero a Francisco se le percibe genuino, una persona que habla con la verdad que sobre todo es un actor espontáneo. Es un papa que ha generado muchas expectativas, más de las que pueda cumplir. Ha imprimido un lenguaje más pastoral y por eso podemos ver que hay obispos, grandes intelectuales que cuestionan al papa y lo califican casi como un cura de pueblo, que más que reflexionar sobre la fe y la doctrina lo que hace son homilías rancheras, hay una especie de desprecio intelectual  de parte de sectores soberbios que menosprecian la sensibilidad de apertura al mundo que tiene el papa”, expresa Barranca.

Para Barranca estos cambios naturalmente tomarán mucho tiempo. “El ascenso del conservadurismo ha tenido un arco de tiempo muy grande, estamos hablando de cambios en la orientación de los seminarios, en el catecismo. Esta visión de una iglesia más clerical ha tenido décadas de asentamiento, la presencia del papa Francisco en dos años de querer cambiar actitudes es muy desproporcional, le estamos pidiendo de más.

La teoría de los cambios sociales nos dicen que tienen que ser de abajo hacia arriba. Y este es un cambio de arriba hacia abajo y se le percibe muy solo a Francisco. El desafío mayor de los cambios que genere Francisco es que los católicos no solo seamos observadores sino que acompañemos desde las localidades. Francisco quiere recuperar la fe en la iglesia, y ve con optimismo los grandes cambios que están ocurriendo en el mundo moderno y lo acompaña en vez de condenarlo”, culminó Barranca.