En defensa del territorio y la soberanía, “las comunidades de Río Blanco, Intibucá, hemos instalado un campamento indefinido en las riveras del sagrado Río Gualcarque, amenazado nuevamente por la instalación de la represa hidroeléctrica Agua Zarca”, indicó Francisco Gómez, presidente del Consejo Indígena de dicho sector.
A renglón seguido dijo que esta acción la realizan porque la empresa Desarrollos Energéticos (DESA), desde hace dos semanas reinició los trabajos y “con el reinició llega también la escalada de represión en contra de las comunidades que nos oponemos a la ilegal e ilegítima construcción de la represa que ha llegado al extremo de violentar la vida cotidiana de nuestras comunidades”, manifestó.
“Con el espíritu de lucha de nuestros ancestros y con la fuerza de la madre naturaleza, como población Lenca, estamos firmes en este lugar, recordando que llevamos más de tres años montando vigilancia en la ruta que llega hasta aquí (río Gualcarque), para impedir la instalación del proyecto hidroeléctrico”, aseguró.
A la sombra de los árboles ubicados a orillas del río, las familias Lencas, han instalado una cocina improvisada donde preparan los frijoles y huevos que les sirven de alimento a las personas que desarrollan el turno de vigilancia en el campamento. La blanca arena y algunas medianas piedras sirven de cama para que algunos indígenas hagan su siesta en algunos momentos del día.
Acompañados por la lluvia, el sol, la luna y el canto nocturno de los animalitos, “aquí estamos a 20 metros donde pretenden instalar la cortina para apresar por más de 20 años las aguas de nuestro río. Estamos haciendo turnos de 24 horas y en cada turno hay un promedio de más de 100 personas, especialmente en la noche que es cuando tenemos que cuidarnos del enemigo”, indicó.
Amenazas y peligros
Mientras saboreaba un taza de café amargo (no tenían dinero para comprar azúcar) el dirigente indígena manifestó que en algunos momentos del día o la noche se ponen a pescar para poder variar en la dieta alimenticia, sin embargo la noche del jueves 15 de octubre, fueron objeto de atentados por parte de personas que trabajan para la hidroeléctrica.
“Como nosotros estamos en la parte baja, desde la parte de arriba del cerro nos arrojaban grandes piedras que nosotros esquivamos mientras corríamos para no salir lastimados. También en horas de la noche se escuchan disparos de todo tipo de arma de fuego para intimidarnos”, indicó Francisco Gómez.
“Nosotros estamos preocupados porque además ya comenzaron las amenazas a muerte contra la dirigencia indígena que se opone al proyecto. A unos les han dicho que los van a asesinar y otros que los van a desaparecer”, indicó Tomás Gómez del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras, COPINH.
Gómez manifestó que como pueblo indígena están conscientes de los peligros que representa la lucha, y remarcó que todavía les duele el asesinato del líder indígena Tomás García, fusilado por el ejército hondureño, quienes también hirieron a su hijo, Allan García, mientras participaban en una protesta contra el proyecto hidroeléctrico.
“La criminalización de la protesta indígena, la persecución de muchos modos, la estigmatización de sus líderes en los medios de comunicación, intentando desprestigiarlos y presentarlos al mismo tiempo como violentos, corruptos e inflexibles, son parte de una operación de manual contra las comunidades y contra el Copinh quienes hemos sostenido con firmeza la defensa de nuestros territorios, de los bienes comunes, de nuestra identidad y dignidad”, indicó Tomás Gómez.
Los ríos y la vida
La vida es amenazada por los mega proyectos energéticos que pretenden construirse privatizando y depredando la vida como se intenta sobre el Río Cangel y Gualcarque, los cuales nacen en la cordillera de Puca Opalaca cruzando los municipios de San Francisco de Opalaca e Intibucá siendo afluentes del Río Ulúa.
“Ambos ríos cuidados ancestralmente por el pueblo Lenca y ambos entregados ilegalmente a las empresas nacionales y trasnacionales entre ellas Blue Energy Y DESA, con el fin de sostener una economía extractivista, que favorece directamente a los grandes capitales y que afecta a las poblaciones indígenas”, dijo Tomas Gómez.
Agregó además que la lucha de las comunidades, no se ha detenido a pesar de criminalización constante, incluido el asesinato líderes indígenas, y no se detendrá porque sus vidas están ligadas a la madre tierra, a los ríos, a las montañas y a la biodiversidad que han cuidado durante siglos.
“Nuestra lucha y resistencia nació hace más de cinco siglos, y tiene nombres emblemáticos en la memoria colectiva, resalta los caciques Lencas: Lempira, Etempica y Mota, quienes se enfrentaron a los invasores hasta el final”, concluyó el líder indígena.