Miércoles 21, Febrero 2024  

JOH, símbolo de impunidad

Impunidad es todo aquello que tiene que ver con dejar intacto los delitos y a dejar intocables a quienes los cometen. Impunidad es cuando quienes cometen delitos o crímenes cuentan con la protección y se sienten protegidos por la institucionalidad del Estado.

La impunidad se nutre de la debilidad de las instituciones y de la ausencia de valores y actitudes éticas. Se alimenta especialmente de la cultura patrimonialista que aconseja que se debe ver los Bienes del Estado como propiedad de los políticos, y aconseja que se obedezca a ellos porque así seremos beneficiados. Es decir, la cultura patrimonialista aconseja vivir en la impunidad y la corrupción.

El poder de la persona impune se ejerce porque la institucionalidad del Estado es muy débil, y queda subordinada a las arbitrariedades o caprichos de quien impone su poder como la ley del más fuerte. Y quien actúa impunemente ejerce violencia, se basa en la violencia y cada delito que realiza por no ser castigado va sentando las bases para que en la sociedad se diriman todos los conflictos y decisiones con la violencia. Y quien actúa en la impunidad siempre ocultará la verdad, y toda su mentira la presentará como que fuese verdad.

La impunidad siempre va a la par de la corrupción. Quien actúa impunemente es porque tuerce las leyes y porque maneja las conciencias de la gente en base al dinero y la fuerza. La persona impune no solo actúa con violencia sino que hace uso perverso de los bienes el Estado para fortalecer su impunidad. Nadie que sea impune deja de ser corrupto. Impunidad y corrupción siempre van de la mano, y una lleva a la otra.

La verdad es a la impunidad como el día a la noche. Los impunes buscan presentar sus actos y su vida como ejemplos de la verdad. Mucha gente impune se presenta en la sociedad con ropaje de honorables políticos, respetables empresarios o venerables religiosos. Una persona que congenia con la impunidad, actúa con medias verdades y con medias mentiras. Es decir, será siempre un hipócrita.

El juicio a Juan Orlando Hernández devela un Estado que se consolidó como modelo emblemático de impunidad. Y a quien se enjuicia no es a cualquier individuo. Es a la persona que simboliza la ley de los fuertes y que consolidó la impunidad y la corrupción que se venía construyendo a lo largo de muchas décadas a través de las altas dirigencias de los partidos políticos.

Por eso mismo Juan Orlando Hernández representa a todo un modelo que sigue vigente y quienes lo sostienen se resistirán a transformarlo porque todos entonces serán enjuiciados. Porque a fin de cuentas a quien se debe enjuiciar es a toda la gente de poder que ha sostenido y sostiene la impunidad. Y toca enjuiciarlos moralmente por la sociedad hondureña, no en Nueva York, sino aquí en Honduras.