Hablar de Gladys Lanza es hablar de la historia del movimiento feminista en Honduras, de la defensa de los derechos humanos en este país que se ha convertido en el más violento del mundo, siendo los más vulnerados niños, niñas y mujeres. Gladys Lanza, coordinadora del Movimiento Visitación Padilla o como las llamamos “las chonas”, lleva estas realidades en su cuerpo, en sus años y ahora que se enfrenta a una condena por injuria y difamación, asegura que la fuerza la tiene intacta.
“Hace 30 años las mujeres no conocíamos nuestros derechos, creíamos que ser sometidas u obedientes era la conducta que debíamos tener para estar al servicio de los hombres, que por ser mujeres debíamos sufrir. Pero yo desde muy pequeña fui rebelde y le decía a mi mamá que no me gustaba el sufrimiento y que no había que sufrir”, contó Gladys en una entrevista para Radio Progreso, explicando que su lucha comenzó desde que era una niña y ahora que espera la individualización de la pena en este juicio, no piensa dejarla.
En 2010, el Movimiento Visitación Padilla recibió la denuncia de Lesbia Pacheco, jefa de Recursos Humanos de Fundación para el Desarrollo de la Vivienda Social, Urbana y Rural (FUNDEVIH), quien denunció que fue despedida después de largos meses de acoso sexual por parte de su jefe Juan Carlos Reyes, esposo de la ex ministra de finanzas en el gobierno de facto de Roberto Micheletti y actual diputada por el partido liberal Gabriela Núñez.
Las Chonas tomaron el caso. Hicieron incidencia pública con plantones, comunicados y lograron ganar el mismo en primera instancia, cuando el Juzgado de Trabajo ordenó el reintegro de la afectada, pero los cabildeos y tráfico de influencias revirtieron el caso en la Corte de Apelaciones y las amenazas se arreciaron contra el movimiento y contra Lanza.
Tras este proceso, el acusado se convirtió en acusador cuando Juan Carlos Reyes denunció a Lanza por los delitos de injuria y difamación. En el juicio realizado el pasado 28 de enero, Lanza fue encontrada culpable por un tribunal y ahora se espera una audiencia de individualización de la pena en la que la parte acusadora está pidiendo dos años de cárcel, el pago de los gastos del juicio y la inhabilitación política de Lanza.
Claudia Mendoza, periodista feminista quien conoce de muchos años a Lanza, asegura que la vida esta mujer va mucho más allá que una condena que le impida salir a la palestra pública. “El trabajo de Gladys Lanza no está condicionado a querer ser una figura pública. Mientras Gladys esté viva no se detendrá, es una mujer que ha trajinado la mayor parte de su vida con amenazas, atentados, esto no la va a detener”, expresó la comunicadora.
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Su vida
Gladys nos habló de su infancia de desobediencia con su madre y abuela, cuando ellas querían imponerle un patrón de mujer sumisa. “Yo rompí ese molde desde el vientre de mi madre”, nos dijo entre risas. Muchas mujeres que la conocen saben que Gladys es un ser impresionante y ha sido imprescindible para quienes buscan cambiar las realidades violentas de este país.
“Yo jamás permitiría que alguien me golpeara pero sí viví la violencia psicológica, mi mamá sufrió violencia doméstica y comencé a ver todas las violencias que vivimos las mujeres: psicológica, patrimonial, sexual,” dice Lanza.
Lanza comenzó su lucha, más en el ámbito laboral y político cuando formó parte del Sindicato de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (Stenee). Para Lanza era un gran reto, pues en la estatal casi solamente trabajan hombres y el sindicato era un espacio bastante desigual. Con ese reto interno, comienza en la década los 80 la Doctrina de Seguridad Nacional que impuso la represión y el terror especialmente en quienes buscaban cambio social. Así Lanza inicia a defender los derechos humanos, en una época de secuestros, asesinatos políticos y desaparecimientos. En ese contexto nace el Movimiento Visitación Padilla.
El Movimiento Visitación Padilla surgió el 25 de Enero de 1984 en los momentos más recios de Doctrina de la Seguridad Nacional. Una guerra de baja intensidad que continúa aun hoy con nuevos actores en esta tierra fértil para el conflicto. Durante los años 80 la dirigencia del Movimiento de Mujeres Visitación Padilla, fue duramente reprimida, su máxima dirigenta Alba de Mejía fue capturada y detenida en las celdas de la policía política. En el nuevo siglo, los atropellos son los mismos pero con otros mecanismos.
“Treinta años después vivo esta realidad de otra manera, ahora sé por qué me resisto a que el sistema desconozca mis derechos, tengo el conocimiento que me dan las otras mujeres, sobre todo de las sobrevivientes de violencia, escucho los testimonios. Vivo la violencia de las mujeres en mi cuerpo, en mis sentimientos y también la rebeldía que intento sembrar en ellas”, explica.
Claudia Mendoza cuenta que cuando conoció a Gladys hace unos años, ella se había visto envuelta en la defensa de los derechos laborales de unas mujeres trabajadoras en restaurantes de comidas rápidas. “Estas mujeres, aparte de recibir vejámenes y violación de derechos también reciben violación a su integridad, allí fue que busqué una organización que apoyara a levantar el autoestima de estas mujeres y fue allí que las chonas nos apoyaron para que las mujeres afectadas pudieran recibir ayuda psicológica, allí fue palpable para mí el trabajo de las chonas y de Gladys”, cuenta Mendoza.
Esta organización feminista ha tenido momentos difíciles, con bajos recursos, en constantes amenazas, sin embargo ha ganado muchas batallas y sigue el derroche de energía y amor por defender derechos. Fueron “Las Chonas” las que iniciaron en el país la lucha por visualizar la violencia contra las mujeres que hoy día tiene muchos avances como la existencia de la Ley Contra la Violencia Doméstica, la creación de las Consejerías de Familia, la Fiscalía Especial de la Mujer y sobre todo la concientización de la población en general sobre la necesidad de terminar con este flagelo que viven 8 de cada 10 mujeres hondureñas.
“Gladys es una mujer cuyo nombre es sinónimo de lucha, tesón, amor patrio, integridad, compromiso social y ha dedicado la vida entera a los derechos humanos y de las mujeres, es una mujer dulce, impresionante y con quien se puede platicar largo y tendido. Es una mujer histórica”, culmina Mendoza.
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Apoyo y más represión
Dentro y fuera del país se han escuchado las voces de cientos de mujeres que condenan el proceso de criminalización por el que está pasando Gladys Lanza. Movilizaciones, plantones, comunicados, que aunque no tienen carácter vinculante para revertir la sentencia, muestran que la lucha por los derechos de las mujeres supera cualquier avanzada que quiera debilitarla.
“Una golondrina no hace verano, dicen las abuelas, mi voz es la voz de muchísimas mujeres en el mundo, el hecho de sacar al público que el acoso sexual existe ha sido un pecado. Haber dicho que muchos hombres son acosadores sexuales y cuando las mujeres no nos reconocemos como mujeres con derechos nos sometemos a él. Pero mujeres como ella que denunció, que se reconoce con dignidad, hay que apoyarlas y eso fue lo que hicimos”, expresó la lideresa.
Lanza siempre creyó que la condenarían porque está consciente que es un sistema con leyes creadas por hombres, que fue un tribunal que no abordó en ningún momento el problema por el cual se generó la denuncia, el acoso sexual. Gladys siente que a esa justicia no tienen acceso las mujeres, pero que hay que transformarla con la energía que las caracteriza y las sigue moviendo.
Esta semana se suponía que se dictaría la sentencia a Lanza, sin embargo fue cancelada la audiencia. Las organizaciones de mujeres y especialmente la Red Nacional de Defensoras se dirigieron a la Corte Suprema de Justicia para apoyar políticamente y moralmente a Gladys Lanza. Sin embargo salieron algunas golpeadas tras un enfrentamiento con policías que resguardaban el lugar.
Yessica Trinidad, coordinadora de esta red y una de las más afectadas, explicó que ellas solo estaban ejerciendo su derecho de libre expresión cuando los policías comenzaron a impedirles el paso poniendo la fuerza de su cuerpo contra ellas. Yessica fue empujada por un policía y cayó de unas escaleras.
“Fue lamentable la situación, miembros de la Policía Nacional no nos permitieron ni estar en el parqueo. Hablamos con el policía y le dijimos que acompañábamos el caso pero aun así nos restringió el acceso. La Corte Suprema de Justicia es una institución pública y no se nos podía violar nuestro derecho a circular y como feministas a protestar pacíficamente”, contó Trinidad.
Eran aproximadamente 30 mujeres las que intentaban pasar, cuando los policías comenzaron a empujarlas, una mujer policía entre ellos. Jorge Arturo Ramos, un oficial de la policía se vino encima de Trinidad y ella cayó de las gradas, según relató la defensora. Trinidad ya interpuso una denuncia ante el Ministerio Público.
“Este es un mensaje de decirnos que ellos tienen el poder, estamos muy preocupadas por lo que significa la criminalización de una defensora por acompañar a una mujer víctima de acoso, y no solo es ella, son 786 mujeres con medidas sustitutivas en el campo. No habíamos visto una criminalización como la que está viviendo Lanza, es un mensaje para las mujeres que sufren violencia, un mensaje de no denunciar”, dijo Trinidad.
Esto no es solo un juicio contra una mujer. La represión está llegando a niveles altos y Lanza asegura que este gobierno está ignorando totalmente a las mujeres. “Ha de ser algún plan que tienen, es un gobierno machista, violento, militarista, misógino, todas las cualidades del patriarcado están muy claras en la aplicación de la política de este gobierno”, dijo.
Gladys Lanza no se detiene y asegura que lo que viene por su parte y por parte del movimiento feminista es la radicalización de la lucha. “Si creyeron que nos iban a asustar con esto, saldremos más fortalecidas, la radicalización de la lucha quiere decir que nosotras vamos a tener mayor fuerza para exigir que nuestros derechos como mujeres se respeten y no vamos a permitir que quieran controlar nuestras vidas”, concluyó diciendo la chona.