Viernes, 13 Octubre 2023  

Un mundo en estado de guerra

Ya nos aproximamos a dos años de la guerra entre Rusia y Ucrania, y en estos días se destapó con mayor furia la guerra en el medio oriente entre Palestina e Israel, en el marco de un conflicto complejo, milenario y atizado por élites y poderosas potencias que se nutren y negocian con las guerras, particularmente Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea. Y nunca cuentan las consecuencias en los pueblos, que son a fin de cuentas los “descartados” y desposeídos.

Son las guerras más crueles y a su vez publicitadas. Pero está el sangriento conflicto en Siria, y muchos otros conflictos subyacentes, vivos o larvados en Irak, Irán, Libia, Afganistán, Niger, Etiopía, entre muchos otros que se extienden a lo largo de los continentes africanos y asiáticos que las corporaciones mediáticas y los propietarios de las redes sociales destapan u ocultan y los mueven según sus cálculos.

En el continente americano el hervidero se extiende a zonas tan miserables como el sacrificado Haití en donde el estado humano y social ha llegado a niveles de tanta degradación que ninguna fuente por optimista que sea da garantías de una salida digna que no sea con la plena participación solidaria de la comunidad internacional.

Centroamérica, penosamente, no está fuera de estas dinámicas destructivas. La conflictividad, ausencia de democracia y de una institucionalidad que haga frente a la impunidad y la violencia, colocan a nuestros diminutos países en estado de ebullición y amenazas de mayor desarticulación. En medio de tantas demandas postergadas, Guatemala se sacude ante la corrupción e impunidad y así abre caminos de una luz entre tantas oscuridades.

Somos testigos de un mundo atrapado en guerras y conflictos que destruyen. La experiencia nos muestra que la paz nunca la lograremos desde guerras que producen vencedores que aplastan a vencidos. Y estas guerras son expresión de un sistema que busca triunfar y sacar delante capitales y ganancias a costa de víctimas, despojo y destrucción de la naturaleza.

Aunque suene a estribillo trillado, en nuestra Radio Progreso y el ERIC tenemos el convencimiento de que la construcción de la paz se ha de alcanzar a partir de un modelo social, económico, político y cultural que se base en el respeto a la soberanía de los pueblos, la protección de los derechos humanos y la dignificación de las víctimas.